“No es noticia que un perro muerda a un hombre, pero sí que un hombre muerda a un perro," dice una máxima del periodismo. Cuando examinamos los criterios de “noticiabilidad” distinguimos entre lo importante y lo interesante, primando muchas veces lo último, simplemente por el sensacionalismo. Se pretende hacer llegar al público aquello que se salga de lo normal y aparezca como noticia. Es cierto también, que lo extraordinario de un caso lo convierte en un hecho indiscutible, pero cuando se analiza en profundidad puede quedar reducido a un lamentable accidente o a un hecho aislado, sacado de contexto.
Reza otra de la máximas del periodismo que “las buenas noticias no son noticia” (“good news no news”): no es interesante al público en general las cosas bien hechas, pues se supone que deben ser así; que todo debe funcionar bien, que para ello se han dispuesto los medios materiales y humanos necesarios ¿Quién no recuerda el dicho popular “Por una vez que maté un gato, me llaman matagatos”? Puestas estas premisas, entremos en el análisis del hecho.
Nos hemos enterado por la prensa y por la televisión, que “han condenado a pagar 300 euros a un profesor de primaria que llamó 'ceporro' a un alumno”, ya que la Audiencia Provincial de Valencia ha confirmado la sentencia que condena por vejaciones a un profesor que llamó "ceporro, palurdo e inútil" a uno de sus alumnos de sexto de Primaria y que le impone una multa de 300 euros.
“El fallo, según Europa Press, ratifica una sentencia anterior de 15 de mayo de 2009 de un juzgado de instrucción que fue recurrida por el maestro y considera probado que este docente, que ejerce en la provincia de Valencia, sacó a la pizarra al alumno, de quien además era tutor, y mantuvo una "actitud de burla" hacia él, lo que motivó las risas del resto de los compañeros de clase".
Parece ser que un magistrado de la Audiencia de Valencia fundamenta su resolución, “en las manifestaciones del alumno afectado, las de sus padres y en el testimonio de otras dos estudiantes que corroboraron las declaraciones del menor”.
El magistrado señala también que el profesor condenado no ha aportado "la prueba de descargo que podría haber servido para exculpar al denunciado o, al menos, para generar una duda razonable sobre lo ocurrido, que eran las declaraciones de otros alumnos de la clase”. En cambio, se ha presentado una declaración de sus compañeros del Colegio en la que se habla de la “gran calidad personal y profesional del profesor denunciado”, "lo que no elimina la realidad de los hechos enjuiciados”.
De lo anterior se deduce que los hechos juzgados son indiscutibles, y que el comportamiento del profesor en ese caso concreto no fue el adecuado. Lo que no podemos deducir es que se tratara de un hecho aislado o fuese algo habitual en dicho profesor; si era la primera vez o era reincidente en el trato vejatorio hacia ese alumno, o lo era hacia todos.
No sabemos cómo se llegó hasta esa situación, si el profesor “estaba de los nervios” continuamente o se le provocó en ese momento mediante alguna actuación concreta. Tampoco sabemos nada del comportamiento del alumno en cuestión, aunque eso no exculpe al maestro, que en toodos los casos es quien debe guardar las formas y demostrar el grado de madurez que se le supone por la profesión que ejerce.
Es sintomático también el modo de apoyo que sus compañeros le brindan “gran calidad personal y profesional del profesor denunciado”. Es más, no sabemos si es un apoyo formal de Claustro de Profesores, o un apoyo de profesores a título personal, que no entraña mayor compromiso con lo firmado.
Supongamos ahora que la sanción ha sido totalmente justa, sin posibilidad de disculpa de la actuación del profesor. En este caso, es de suponer que no sería la primera vez, y que incluso algún aviso anterior le habría dado el Equipo Directivo del centro sobre la forma de llevar la clase y hacerse con los alumnos.
Analicemos ahora un contexto general del sistema educativo español: en la educación infantil, primaria y secundaria trabajan más de medio millón de profesores, la gran mayoría de ellos, muy competentes y entregados a su profesión, vocación auténtica de muchos. Es un oficio muy estresante, en el que se trabaja con material humano, en circunstancias, a veces difíciles, fiel reflejo de la sociedad.
El sistema de acceso a la profesión es perfectible: falta por desarrollar una evaluación que demuestre la idoneidad personal para ejercer como educador en estos tiempos tan controvertidos, no sirviendo sólo la preparación intelectual o de conocimientos, sino que se ha de tener en cuenta también la de liderazgo, y la de "auctoritas"(capacidad de persuadir y convencer).
Es preciso, finalmente, establecer otra consideración: ¿Cada vez que un alumno insulta a un profesor se le condena judicialmente? ¿Cada vez que los alumnos se ríen y se mofan de sus profesores se les aplica algún castigo? La norma de los buenos comportamientos debe ser para ambas partes. En el campo educativo se echa en falta una ley que apoye la labor docente como autoridad, pues si ha de ejercerla, ha de tenerla.
La próxima entrega se basará en un hecho real, de los muchos que ocurren a diario y de los que la prensa calla por no consideralo noticia. Será una estupenda sátira poética, de un profesional que sabe de lo que habla, y además lo hace en verso.
Puede que ese profesor haya obrado mal, pero el problema de la educación en España es muchísimo mayor.
ResponderEliminarPor eso me parece muy oportuno el comentario de hoy: una anécdota para distraer, y olvidarnos del problema real que tenemos los padres tanto en el colegio como en la vida normal del día día.
Nos viene bien ver lo de los demás olvidandonos de lo que hacen nuestros hijos, y así los malos son los otros.
Me pregunto que hasta dónde estaría el profesor del alumno, y eso no se dice.
ResponderEliminarNo me imagino que llegue un profesor a clase y le de por insultar a los chicos, a no ser que este mal de la cabeza, pero de esos no hay muchos en la enseñanza. La gran mayoria son buenos profesionales, y demasiado aguantan a nuestros hijos, cosa que nosotros los padres a veces no hacemos con los neustros
Yo me pregunto ¿ El tribunal se ha molestado en comprobar si lo que le dijo el profesor era lo que realmente definia al chico?.Porque si era así, a ese profesor, se le tendría que premiar por decirle la verdad y hacerle reflexionar de cómo era visto por los demás...claro que hoy día, no se puede frustrar a ningún menor, es mejor dejarle a su libre albedrio y que mientras vaya jorobando en la vida a todo el mundo.
ResponderEliminarPara el anónimo de antes:
ResponderEliminarTienes razón y es un matiz importante: No se trata de lo que le llamó, sino de que si realmente lo era.
Seguro que al chico no le gustó, y a sus padres mucho menos.
Pudo el profesor no estar acertado en ese momento, pero habría que ver cómo se lo dijo, si de mala leche o en plan de broma.
Es complicado hablar de estos hechos, pues las intenciones también cuentan, y no creo que el profesor intentara frustrar al muchacho.
¿Y si el muchacho intentó frustrar al maestro? Porque teníamos que saber si lo explicó cuatro o mas veces, y mientras el chico estaba en las nubes, no se enteró de nada y luego lo desmostró.
Me parece muy bien que podamos exponer nuestras opiniones sobre cosas que nos afectan, a nosotros y a nuestros hijos, y no de algunas bobadas que nos dan como noticias para opinar, que no tienen ni fu ni fa
No se si valdrá esta experiencia: cuando mi hijo era párvulo (ahora se llama otra cosa infantil, o algo así)los padres nos preocupabamos mucho. Luego en la EGB también, pero algo menos. Cuando fueron al Instituto cada vez menos, y después en la Universidad, ni aparecemos.
ResponderEliminarCon las maestras de párvulos teníamos mucha confianza en ellas, y también con los profesores de EGB. Con los del Instituto no tanto, bueno con algunos de ellos nada de nada, y después ni lo cuento.
Los problemas de los hijos se resolvían mejor en el colegio que en el instituto, pero cuando habían alguno los padres protestàbamos mucho mas en el colegio que en el instituto. En pocas palabras: eramos "más valientes" con los maestros que con los profesores de instituto, y a estos aunque hubiera problemas, nos los tragabamos sin decir nada, para no poner las cosas peor y que le suspendieran, y le cortaran el titulo y el acceso a la universidad. Echabamos pestes de los profesores,pero nos callabamos.
Ahora sé por amigos, que como en la primaria no dan titulos y pasan por ley al instituto, los padres y los hijos protestan y tocan las narices y la paciencia a todos los maestros juntos, y no pasará nada, y contarán con la ayuda de asociaciones o de los jefes de arriba, y los nenes se sienten muy gallitos, sin miedo a nada.
¿Puede haber pasado algo de esto en el caso de los comentarios?
Sobre la encuesta de los pasos de cebra:
ResponderEliminarMe da que no sirva para mucho,porque estos socias no hacen caso ni a la voz del pueblo ni a la de la razón,pero es interesante porque podemos decir lo que nos parece mal, y en este caso hay muchos pasos y dificultan el tráfico y se hace más lento.
Por menos que los que leen esto sepan lo que queremos una ciudad más moderna y menos pueblo.
Y mi apoyo para que arreglen la cuesta de la Virgen, que es una verguenza nacional
La Concejal de Turismo dijo que se había reformado el plano turistico comercial y que se habían subsando los errores y qeu se habian pueto los nombres de las calles que se les habia olvidado,pues ES FALSO. sigue igual.
ResponderEliminarY otra cosa: en la web del Ayuntamiento siguen "formato degital", a ver si lo cambian, que son una panda de ignorantes.
Se empecina en los errores, y quiere engañarnos.
Que el PP pida su dimisión, porque le ha engañado
Sus compañeros no le han apoyado demasiado al profesor, por algo será. De todas formas es una falta leve.
ResponderEliminarAntes se trataba a los profesores de usted, y ahora se les tuttea. igual pasa con los padres.
Esto no es bueno. Los profesores son profesores y no amigos o colegas. Lo mimso pasa con los padres, que son padres y no amigos.
Es bueno guardar las distancias, y se evitarían algunas cosas desgradables.