Parece ser que a la Vicepresidenta Fernández de la Vega le gusta el ruido de la “mascletá” durante las Fallas de Valencia. Aún le gusta mucho más el ruido que ella puede provocar con sus declaraciones y bastante menos el ruido formado por los abucheos que le brindan cuando asiste a esa fiesta de la pólvora.
José María Aznar obsequió con una visible “peineta” a los alborotadores de la Universidad de Oviedo que le increparon y le llamaron “asesino” y otras lindezas. De la Vega dijo estar “apenada por la actitud no razonable de quien estuvo al frente del Ejecutivo”, pero de sus labios no salió ni un solo reproche ni una sola condena hacia los provocadores y contrarios a la libertad de expresión.
La foto del dedo de Aznar ha dado la vuelta a España por activa y por pasiva; los comentarios se han contado por millares y las televisiones han montado shows y debates exclusivos para criticar “la grosera actitud de Aznar”.
Felipe González lanzó pocos días después, el 12 de marzo, durante el congreso socialista andaluz, un auténtico exabrupto: “Necesitamos la reforma de la Justicia, que está hecha unos zorros y no solo por falta de medios, sino por el ganao que tenemos al frente”
¿A quién dirigió esta embestida? ¿Al C.G. del Poder Judicial, al T. Supremo, a ambos o a Garzón? No lo aclaró, pero la obscena expresión quedará para la Historia de España, como quedó aquel “Joder, qué tropa”, que Conde de Romanones dedicó a los miembros de la Real Academia.
Entre la “peineta” de Aznar y el “ganao” de González, la diferencia es abismal. De esto poco se ha escrito y menos se ha hablado por los mismos que criticaron el dedo de Aznar. El insulto de González iba dirigido a uno de los poderes establecidos en la democracia española, pero este asuntillo no ha movido ni a los escritores de la progresía ni a los “artistas de la zeja ni a su mundo de la cultura” a formular el más mínimo comentario o reproche. Los miembros del PP tampoco se han quejado, por lo que habremos de deducir que no les disgusta.
La Vicepresidenta de la Vega, diputada por Valencia tras su irregular empadronamiento en Beneixida, acudió al balcón del Ayuntamiento de la capital del Turia, acompañando a Rita Barberá a presenciar la “mascletá” del pasado 17 de marzo, y recibió un sonoro, largo y tenso abucheo de los valencianos presentes. La foto de La Gaceta del día 18 es elocuente: María Teresa con la mirada baja y perdida, y la alcaldesa mandando callar y pidiendo silencio. Como podemos ver, la misma actitud que la que ella tuvo en el caso de Aznar... igualitos los gestos, igualitos los comportamientos...Ni la prensa en general ni las televisiones se han hecho eco de este espectáculo tan bochornoso. No le han dedicado ni un minuto.
María Teresa está en horas bajas y parece que Zapatero ya ha decidido su recambio. Al “Maquiavelo de León” ya no le sirve quien con tanto entusiasmo y abnegación le sirvió. María Teresa tampoco le sirve ya a la oposición, que la ningunea y la relega, y ya... ni le pregunta en las Cortes.
María Teresa dice “que no está cansada y que está dispuesta a seguir y a trabajar mientras goce del apoyo de Zapatero”. Pero todos le recuerdan, y últimamente hasta su amigo Jordi Sevilla, aquel “Alea jacta est” lanzado de nuevo desde el Palacio de la Moncloa… contra el que no se puede hacer nada.
Pocos días después, Rita Barberá se encaró con De la Vega en plena cumbre España-África durante la inauguración del quinto Encuentro España-África, Mujeres por un Mundo Mejor, celebrado en Valencia, recordando que el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, no había sido invitado al evento: «La más cordial bienvenida a esta comunidad que tiene a gran honor acoger este encuentro de igualdad, de futuro y de esperanza», en nombre del presidente valenciano, dado que éste «no ha sido convocado».
Barberá señaló además que, «si es verdad que –la razón por la que no se le ha invitado – es porque es varón, entonces no sé que hace aquí mañana el presidente del Gobierno», en referencia a la clausura de la cumbre.
Extraño comportamiento el de la Vicepresidenta del Gobierno con quien pocos días antes la había defendido de los silbidos, de los abucheos y de las iras de los asistentes.