Los tiempos se repiten y la experiencia de Hoover se trasladó a España. En marzo de 2008 se celebraron las últimas elecciones generales, y cuando muchos hablaban de la crisis en la que estábamos inmersos, desde el PSOE se la negaba.
Zapatero fue incapaz de ver que se aproximaba. Negó que venía y que hubiera llegado, llamando “antipatriota” a todo aquel que la citara y hablara de ella.
Durante el período electoral se negó la existencia de una crisis para no perder votos. Sabían que era un engaño en toda regla pero no interesó desvelarlo. Sirva para la historia recordar el debate televisivo entre el Ministro Solbes y Manuel Pizarro del PP. Los medios de comunicación próximos al poder dijeron que había ganado el Ministro por la solvencia de sus conocimientos y remedios que proponía para generar riqueza y llegar al pleno empleo, pero no convenció a los que entonces ya padecían la deplorable situación económica.
Zapatero parecía estar convencido de lo que proponía, negándose a reconocer hasta pasadas ya las elecciones la existencia de la crisis. Pero la realidad se impuso finalmente y tuvieron que adoptarse medidas que dijo y prometió nunca impondría. Todo lo demás es de sobra conocido. Bien harían los allegados al poder de la Moncloa recordar a su inquilino lo que Abraham Lincoln definía como "los límites del engaño":
“You can fool some time all the people; you can fool some people all the time. But you cannot fool all the time all the people”. (Puedes engañar durante un tiempo a todo el mundo; puedes engañar durante todo el tiempo a ciertas personas. Pero no puedes engañar a todo el mundo durante todo el tiempo).
Con los precedentes de Hoover y Roosvelt, los socialistas se encuentran en un dilema del que hablan en privado, pero del que en público prefieren no mentar para no deteriorar aún más la imagen de Zapatero: presentarle o no presentarle a las próximas elecciones. Esperan que él lo decida próximamente, pero siempre será una salida diferente a la adoptada por Aznar, quien prometió antes de llegar al poder no estar más de dos legislaturas, por considerar que ocho años eran suficientes. La sombra de Aznar es indeleble y acompañará a todos los presidentes sucesivos en el cumplimiento de una norma no escrita, pero muy deseada por los españoles.
Zapatero no fijó de antemano el tiempo de su mandato, pensando que el poder no haría añicos su figura de frágil cristal. Al no seguir el ejemplo de su antecesor, se le viene encima un triste final a pesar de su optimismo infantil.
Si se presenta a la reelección los resultados pueden ser desastrosos como vaticinan las encuestas y algunos de sus “barones”, como Barreda quien un día afirma no querer verle por Castilla la Mancha, porque le perjudica en las elecciones autonómicas, y al día siguiente se retracta por mandato de la Moncloa.
Todos ellos saben que la crisis puede pasarle una factura semejante a la que Hoover tuvo que pagar por no atajar la crisis de 1929. "La Gran Depresión causó el hundimiento de gran parte de la economía estadounidense, con el consiguiente empobrecimiento de la población; no obstante la reacción general del presidente Hoover fue tratar de evitar el pánico financiero y considerar a la Gran Depresión como una crisis pasajera, invocando que la lucha contra el desempleo y la pobreza generalizada era una responsabilidad de los gobiernos locales, negando que el gobierno federal deba tomar acciones al respecto. Esta política subestimaba la profunda crisis existente, por lo cual Herbert Hoover se hizo muy impopular ante la opinión pública".
Y si no se presenta, aún mucho peor. Todos pensarán que el desaguisado se lo deja al siguiente, y que gozando de las simpatías y el éxito mientras las cosas iban bien, fue incapaz de gobernar cuando las circunstancias se volvieron desfavorables.
Algunos de sus compañeros pretenden ayudarle a solucionar su problema anunciando una limitación de mandatos. Eso está muy bien, pero para tiempos futuros, porque ahora ese anuncio no le hace ningún favor, al ponerle en evidencia y zaherirle con la fatídica disyuntiva, o cruzar la línea que puede llevarle a una derrota sin paliativos (si fueran hoy la selecciones), o retirada por la puerta trasera dejando el roto y el descosido al siguiente candidato.
Más pronto que tarde retumbará un estruendoso Good-bye, ZP! Y se lo dirán sus compañeros del partido socialista o los ciudadanos en las urnas. Sólo es cuestión de la elección de la bandeja.
Más pronto que tarde retumbará un estruendoso Good-bye, ZP! Y se lo dirán sus compañeros del partido socialista o los ciudadanos en las urnas. Sólo es cuestión de la elección de la bandeja.