Es demasiado conocida la frase latina original “Ave, Caesar, morituri te salutant!” (¡Salud, César, los que van a morir te saludan!), que los gladiadores dirigían al emperador antes de los sangrientos combates del circo, para que el avezado lector no se haya percatado de que el verbo ha sido cambiado. Todo sea por el acomodo a las circunstancias políticas…
En realidad, tampoco parece ser exacta la cita latina, ni incluso su contexto. Es una creencia muy extendida que esa invocación se hacía a Julio César, sin caer en la cuenta de que el único texto del que hay constancia se lo debemos a Suetonio (“De vita Caesarum, 5- Divus Claudius-), “...Quin et emissurus Fucinum lacum naumachiam ante commisit. Sed cum proclamantibus naumachiariis: "Have (Ave) imperator, morituri te salutant!" respondisset: "Aut non," neque post hanc vocem…” y la invocación se dirigió al emperador romano Claudio, (Tiberio Claudio César Augusto Germánico), que gobernó Roma desde el año 41 al 54 d.C., al sobrevivir a Tiberio y al asesinato de su sobrino Calígula. Por sus deficiencias físicas y su debilidad estuvo apartado del poder, y ésta fue la razón por la que los pretorianos le proclamaron emperador, al pensar que podría ser un títere en sus manos…Fue tratado de tonto, estúpido e imbécil hasta por su propia y cercana familia, aunque como gobernante no lo hizo mal y conformó un período de paz y prosperidad para su pueblo.
Claudio pretendió dotar de más tierras de cultivo a la agricultura y mandó desecar el lago Fucino. Se excavó un túnel para evacuar las aguas, pero fue insuficiente y el día de su inauguración provocó una inundación acabando con la “naumaquia” preparada para la ocasión. Sucedió el año 52 d.C.
El espectáculo representaba una batalla naval entre luchadores condenados a muerte, no gladiadores preparados para la lucha entre ellos. Tácito nos cuenta que Claudio armó trirremes y cuatrirremes e incluyó a los 19.000 hombres que dirigieron el grito “Ave, imperator, morituri te salutant!”. Ordenó rodear el lago con balsas y guardias pretorianos para no dejar ninguna escapatoria a los contendientes. Mientras unos luchaban sin futuro, una multitud inmensa observaba desde las colinas aquella singular batalla…y se divertía, mientras los improvisados marinos se echaban a pique mutuamente y morían…ayudados por el fracaso de la deficiente obra de ingeniería. Mientras unos sufrían, otros gozaban…
Estos hechos sucedieron hace casi dos mil años. Hoy nos encontramos con otro tipo de “naumaquia”, llamémosla libremente “electoralia verboritatis”. En vez de embarcaciones con forzados condenados a muerte, batallan con la palabra (a veces con su mejor insulto) candidaturas de voluntarios dispuestas al trabajo por el bien común (con ciertas excepciones clamorosas) de los ciudadanos a los que quieren representar..
En aquella “naumaquia” no se buscaba la supremacía de una embarcación sobre otra, sino el exterminio total del adversario sin perspectiva de supervivencia; hoy los partidos persiguen la mayor hegemonía propia con el hundimiento del contrario, empleando toda clase de medios y métodos a su alcance. Todas las embarcaciones del espectáculo pertenecían al mismo dueño, el emperador de Roma; las de hoy tienen superiores diferentes, que a veces se creen dueños y señores del barco, confundiendo los fines generales con los suyos particulares, cambiando la tripulación a su gusto sin ellos cambiar en absoluto sus métodos y actitudes.
El próximo día 22 de mayo, seis naves combatirán en el proceloso proceso electoral de Aranda. De ellas, IU tendrá su mérito si conserva los dos concejales actuales, aspirando al tercero y PCAL el suyo actual; UPyD y CCD mérito tendrán si consiguen representación en el Ayuntamiento. La batalla final se establecerá entre PSOE y PP, y mientras uno será el ganador, el otro perderá la batalla. ¿Alguno de los dos gritará al viento en los días previos “Ave, Cesar, perdituri te salutant!”? Ninguno de los dirigentes lo hará, ni aun con los datos de una derrota en la mano, pues siempre encontrarán aspectos positivos que la justifiquen.
En las “naumaquias”, las muchedumbres eran meros observadores, pero hoy son los jueces del combate electoral, quienes con sus votos deciden la victoria. Entonces eran todos los que iban a disfrutar del hundimiento general de las naves, mientras que hoy, para unos la alegría es doble (victoria propia y derrota ajena) y para los otros la tristeza también (derrota propia y victoria ajena).
Cuando un dirigente político envía su nave a la batalla electoral, nombrando a su capitán y a su tripulación, sin preocuparle la dotación de los pertrechos ideológicos como armas de combate, pensando que con el estandarte de su partido en lo alto del mástil y el viento en contra del adversario se proclamarán vencedores, se expone a una derrota sin paliativos de la que jamás se creerá responsable. Y sus fieles combatientes, inconscientes de la derrota que se les avecina en las próximas horas, serán incapaces de dirigirle su invocación premonitoria: “Ave, Cesar, perdituri, te salutant!”
¿Quién de los dos, PSOE -PP, lo dirá? Posiblemente ninguno, porque los dos serán los vencedores …y uno será más vencedor que otro, con permiso de G. Orwell.
Cécar se quedará igual gane o pierda su equipo.
ResponderEliminarDicen que hoy es jornada de reflexion para los que vamos a votar mañana, pero los politicos nunca dicen que ellos van a relfexionar también sobre los resultados que van a tener, y que estaran pensando que van a decir despues de verlos y ver lo que han dicho en campàña. Antes se olvidaba lo que decian y prometian y ahora queda todo registrado, y ahí debe estar su reflexion, y ver las consecuencias de las votaciones. Por mi parte queiro desear suerte solo para los que se la merezcan por haber trabajado antes.
ResponderEliminarA los bentio, gremio de pastores en una comarca burgalesa les gusta que unos carden las lana y ellos se lleven la fama, pues va a ser que no.
ResponderEliminarMuy bueno, me reservo el comentario para mañana tras conocer los resultados electorales. Veremos quienes son los perdituri.
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