El emperador Tito Flavio Vespasiano, austero provinciano y pequeño burgués, tenía dos virtudes: la disciplina y el ahorro. Ninguneaba a los aristócratas de la época, y nunca quiso ser uno de ellos. Reorganizó las finanzas y el fisco del Imperio Romano con medidas muy particulares, y suya fue la expresión “el dinero no huele”.
Vespasiano odió las adulaciones y los lujos excesivos. Se mofó del heráldico que le atribuyó sus orígenes a Hércules. Era costumbre en Roma hacer dioses a los emperadores en vida y después de muertos, por lo que tuvo que aceptar la decisión del Senado de convertirle en un dios. Cuando los cortesanos y aduladores le felicitaban por su dignidad, Vespasiano respondía con humor “que iba notando que poco a poco dejaba de ser hombre para convertirse en dios”. Antes de su muerte, entre risas, dijo a sus acompañantes “Vae... puto deus fio!” ("!vaya¡ ¡pienso que ya me estoy convirtiendo en dios!"), rogándoles que le ayudaran a incorporarse, puesto “que un dios debe morir de pie”. Y así murió el año 79 d.C.
Dos mil años después, muchas costumbres han cambiado. A los Presidentes del Gobierno no se les otorga aquel trato ni cuando gobiernan ni cuando se van, aunque de la adulación no se escapan, rodeados de interesados palmeros. El Presidente que se ha ido, Rodríguez Zapatero, gobernó envuelto en un halo de “talante y buenismo” acrecentado por sus panegiristas de turno, riéndole las gracias y ocurrencias mientras el foco le señalaba. Al dejar el cargo, sólo la magra pensión le compensará de los desaires y agravios que sus más afines le dispensan.
El poeta Fray Josepho describe muy bien esta situación:
“Leña al mono”
“Te acusan de decir gilipolleces,
de ser un ignorante de narices;
censuran tus medidas infelices,
que han dado mucho ruido y pocas nueces.
Te atacan por lo bobo que pareces,
critican tus estúpidos deslices,
reprochan tu torpeza sin matices
y, en suma, que te dan lo que mereces.
Lo nuevo es que son palos de la izquierda:
de todos los que han sido de tu cuerda
y ven que los pesebres ya se acaban.
Me gusta el espectáculo. Que sigan.
Que aticen. Que sacudan. Y que digan
en estos siete años... ¿dónde estaban?
“Te acusan de decir gilipolleces,
de ser un ignorante de narices;
censuran tus medidas infelices,
que han dado mucho ruido y pocas nueces.
Te atacan por lo bobo que pareces,
critican tus estúpidos deslices,
reprochan tu torpeza sin matices
y, en suma, que te dan lo que mereces.
Lo nuevo es que son palos de la izquierda:
de todos los que han sido de tu cuerda
y ven que los pesebres ya se acaban.
Me gusta el espectáculo. Que sigan.
Que aticen. Que sacudan. Y que digan
en estos siete años... ¿dónde estaban?
Le ha sucedidido Mariano Rajoy, el Presidente con mayor experiencia política que ha llegado al cargo: en el Gobierno y en la oposición. Ha sido cuestionado por sectores del PP y de la prensa, por flojo e indeciso. Sus adversarios decían, y dicen cada vez menos, que es un hombre sin carisma, vago, inconstante, dubitativo y esperanzado de que el tiempo clarifique el futuro. Pero una vez conseguida su victoria de forma holgada, sus aduladores próximos, que los hay, y los lejanos, que pronto los habrá, verán crecer su carisma de líder hasta debajo de la barba. Nos lo presentarán como atractivo y simpático, cuando lo único que nos importa es que sea inteligente, que lo es; sensato, que lo pretende, y efectivo, que lo desea.
A diferencia de sus predecesores, no parece que Rajoy se crea señalado por el dedo de la diosa Fortuna para salvar a la patria. Ni es un advenedizo del poder ni un recurso de última hora. En su haber coexisten éxitos y fracasos que le harán ser pragmático y, como Vespasiano que no creyó ser el dios que le nombraron, esperemos que Rajoy no se crea los halagos que cada día le dirijan.
La llegada del PP se ha producido sin sobresaltos. La caída de Zapatero fue el desplome de una fruta demasiado madura que nadie quiso recoger. Muchos de los adversarios de Rajoy, y algunos de sus votantes, dudan de su éxito futuro y de su suerte. A ellos les pido un poco de paciencia y les recuerdo estos versos de A. Machado.
“Es de noche. Se platica
al fondo de una botica.
—Yo no sé,
don José,
cómo son los liberales
tan perros, tan inmorales.
— ¡Oh, tranquilícese usté!
Pasados los carnavales,
vendrán los conservadores,
buenos administradores
de su casa.
Todo llega y todo pasa.
Nada eterno:
ni gobierno
que perdure,
ni mal que cien años dure.
—Tras estos tiempos vendrán
otros tiempos y otros y otros,
y lo mismo que nosotros
otros se jorobarán.
Así es la vida, don Juan.”
al fondo de una botica.
—Yo no sé,
don José,
cómo son los liberales
tan perros, tan inmorales.
— ¡Oh, tranquilícese usté!
Pasados los carnavales,
vendrán los conservadores,
buenos administradores
de su casa.
Todo llega y todo pasa.
Nada eterno:
ni gobierno
que perdure,
ni mal que cien años dure.
—Tras estos tiempos vendrán
otros tiempos y otros y otros,
y lo mismo que nosotros
otros se jorobarán.
Así es la vida, don Juan.”
¿Qué pensaremos cuando este año 2012 que ahora empieza termine? ¡Que el final de 2012 sea mejor que el principio!
A ver si es verdad que los conservadores son buenos administradores de esta casa común que llamamos España, y nos sacan del abismo.
ResponderEliminarQuiero que se vaya ya este año 2012 que se nos va hacer largo, largo, largo y insoportable
ResponderEliminar¿Quien adminsitra mejor su casa, el que gasta como tonto o el que recorta gastos sabiendo lo que no tiene? Es el ejemplo de lo que hemos padecido y ahora toca pagar.
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