Hoy celebra el mundo cristiano uno de los “tres jueves que relucen más que el sol”, como antaño se decía. Aunque el turismo vacacional parece solapar el sentimiento religioso de estas fechas, la Iglesia mantiene las esencias y los ritos de Semana Santa, presentándonos al Jueves Santo como el “Día de la Caridad”, y del “amor fraterno”.
En la liturgia de la fecha se repite el “Mandatum novum do vobis…que os améis los unos a los otros”. Han sido muchos los hombres y mujeres que a lo largo de la historia lo han cumplido con creces, independientemente de su pertenencia a una religión o grupo social concretos, aunque sabemos que las creencias y las ideologías determinan los comportamientos y las formas de enfrentarse a las circunstancias trágicas de la vida…
Hace cuatro años murió una anciana polaca, ejemplo de valentía y entrega al prójimo, cuya vida hubiera pasado inadvertida para la mayor parte de la humanidad de no haber sido por el afán de sus protegidos y de ciudadanos polacos y judíos de mantener viva la llama de su recuerdo. Se llamaba Irena Sendler, y fue conocida como “El Ángel del Gueto de Varsovia”. De profesión enfermera, salvó a más de dos mil quinientos niños judíos, con riesgo extremo y real de su vida. Trabajaba en “Bienestar Social de Varsovia” cuando la ciudad fue ocupada por los alemanes en 1939, aliviando penurias de católicos y judíos, y de los pobres de la sociedad. Cuando en 1942 se creó el “Gueto”, solicitó y consiguió trabajar en él, ocupándose de la sanidad de los segregados. Los nazis accedieron para evitar que el tifus los contagiara a ellos mismos, y se extendiera por la ciudad.
Presintiendo el futuro de muerte de los niños judíos, se comprometió con sus familias a sacarlos del gueto. Unas aceptaron y otras no. Los camuflaba en ambulancias como víctimas del tifus, en sacos, en cestos, en cajas de herramientas, en ataúdes…Todo servia para su fin humanitario de apartarlos de la "solución final".
Irena quiso que los niños, algunos aún bebés, recuperaran su identidad y su historia familiar cuando acabara el horror. Ideó un singular archivo de nombres y datos que guardaba en dos tarros de cristal que enterraba debajo de un árbol en el jardín de su vecina. Por si era descubierta, nadie más lo conocía. Quería proteger a los niños, asegurando su actividad.
En octubre de 1943, Irena fue capturada por la Gestapo, siendo torturada y condenada, pero su secreto no fue revelado. Camino de la muerte, pudo escapar gracias a la ayuda de un soldado que pagó con su vida al día siguiente. Esta situación no la apartó de su labor, y, conseguida una nueva identidad, siguió salvando niños judíos. Finalizada la guerra, desenterró su tesoro. Muchas familias habían muerto en campos de exterminio y en el Gueto. Los niños no adoptados fueron llevados a Palestina desde los distintos orfanatos que los albergaban. El régimen comunista, posteriormente implantado en Polonia, no la libró de sufrimientos ni a ella ni a sus hijos.
Los niños salvados sólo la conocían por su nombre en clave “Jolanta”, pero, años después, al aparecer públicamente sus fotos debido a ciertos homenajes, comenzó a recibir llamadas de gratitud. Desde Israel se la nombró (1965), “Justa entre las naciones”, y el Gobierno polaco (2003) le concedió la “Orden del Águila Blanca”. Irena quitaba importancia a estos actos diciendo que su “actuación justificó su existencia en la Tierra” y que «La razón por la cual rescaté a los niños tiene su origen en mi hogar, en mi infancia. Fui educada en la creencia de que una persona necesitada debe ser ayudada de corazón, sin mirar su religión o su nacionalidad». Estas convicciones las llevó a la práctica una mujer católica.
En 2007, Irena fue propuesta al Premio Nóbel de la Paz por distintas Instituciones, pero el galardón se le concedió al político norteamericano Al Gore. No merece la pena recordar algunos de los nombres que han recibido ese título.
Son muchos los que creen hoy que las circunstancias de una guerra favorecieron la aparición de personalidades heroicas como Irena, para restar méritos a sus hechos. ¿Acaso no hay circunstancias tan dolorosas en el mundo actual, incluso con guerras tribales, que nos brinden otros ejemplos? Seguro que los hay, pero sus vidas habrán sido intencionadamente condenadas al anonimato por los mismos responsables de las desgracias, y seguro que esos héroes desconocidos les importará personalmente, porque ellos quieren seguir cumpliendo con ese Mandamiento de Jueves Santo.
La verdad es que yo no conocía el caso de Irina Sendler y me ha conmovido. Muy apropiado para este día. Entiendo que en eso consiste la ayuda al prójimo. ¿Cuantos de nosotros ayudamos un poquito cada día? Todos podemos hacer algo en estos tiempos los empresarios y los trabajadores, los ricos y los pobres, los poderosos y los débiles. Y creo que hoy mismo hay muchas Irina en África ayudando y con peligro en sus vidas.
ResponderEliminarque empiecen los politicuchos y los sindicalistas a bajarse los sueldos y asi nos ayudaran a todos, y ademas su falta no se va anotar en el pais.
ResponderEliminarOlvidad a los politicos hoy que es Jueves Santo
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