Flavio Vespasiano, y su administrador Muciano, han pasado a la Historia como los grandes recaudadores de Roma. Realizaron la reforma fiscal necesaria para restaurar los fondos del Imperio, con todos los impuestos posibles, recuperando incluso los abolidos por Galba e instaurando otros nuevos. Sin embargo, Vespasiano dio tal ejemplo de austeridad en su vida privada que determinó, en parte, un comportamiento más sobrio de la sociedad romana.
El emperador Vespasiano llegó a vender magistraturas a los pretendientes y absoluciones a los acusados. Concedió empleos de recaudación de impuestos a los más rapaces, requisándoles después lo robado y apropiado. De ellos decía que “de todos modos son ladrones y en cierto modo les fomentamos a serlo. Mejor es que vayan restituyendo al Estado un poco de lo que les sobra”. De él se decía que “llenaba y estrujaba esponjas”, censurándole su “avaricia congénita”. No obstante, otros achacaban su afán recaudador a la extrema necesidad y penuria del Tesoro y Fisco imperiales. Suele haber unanimidad en quienes juzgan su obra al decir que “empleó muy bien lo que adquirió mal”, ya que, con lo confiscado, equilibró el presupuesto y compensó posteriormente a las víctimas. Lo cierto es que la tributación de las colonias jamás había llegado tan suculenta a Roma.
Con la intención de aumentar los ingresos instituyó unas pequeñas construcciones, conocidas como “vespasianas” en las que pagaban los usuarios y eran multados quienes “lo hacían fuera”. Este impuesto sobre la orina fue la gota (con perdón) que hizo rebosar el puritanismo y candor de Tito, quien fue a quejarse al emperador, su padre, por los métodos empleados. Vespasiano le quiso hacer ver que “hacía de sacerdote en el templo y de bandido con los bandidos”, y poniéndole en la nariz un sextercio proveniente del impuesto de la orina, le interrogó sobre su olor. “¿Huele a algo?” fue la pregunta, y “no”, la respuesta. El futuro emperador Tito aprendió aquel día lo que su padre ya sabía: “Pecunia non olet”.
La historia se repite (“nihil novum sub sole”) con la situación actual de la economía española, de la que todos se quejan, y pocos analizan su origen para no responsabilizar a los culpables. ¿En que se gastaron los 90.000 millones de euros no presupuestados para 2011, y quiénes fueron sus beneficiarios?
Creía y esperaba la oposición política al PP que la confrontación contra sus primeros presupuestos vendría de una confluencia de protestas: otra rebaja del sueldo de los funcionarios, una congelación más de las pensiones (algo han perdido algunas por la subida del IRPF), del controvertido “copago” en la sanidad, de la rebaja del seguro del desempleo y de la subida de impuestos como el IVA. Como nada de esto ha ocurrido, y de la “herencia socialista” prefieren no hablar, aunque en Francia se la recuerde con grandes efectos propagandísticos y como contraejemplo de un buen Gobierno, las críticas han abierto otro frente. Muchos han sido los desmemoriados que por interés se han lanzado contra una medida inesperada, aunque no nueva en España, denominada “regularización extraordinaria” por el Gobierno, y conocida políticamente como “amnistía fiscal”. ¿Olerá el dinero que se recaude por este medio?
Me parece fatal esa amnistía fiscal que quieren para recuperar dineros de los defraudadores.
ResponderEliminarA mi no me importa ese olor de los euros con tal que se aminoren nuestros impuestos y paguen algo los que se lo han llevado crudo, o preferis que nosotros sigamos pagando mucho y esos ricachos sigan sin pagar nada. Que les den.
ResponderEliminarCurioso trabajo. En Roma ya habia problemas de ingresos y pagos, como ahora. Cuando se gasta mas de lo que se tiene viene la bancarrota,que es como nos han dejado Zparo y su cuadrilla. Lo que peor me sienta es pagar la factura de lo que no me he gastado ni me he divertido. ¿No sería mas justo que la paguen los que ha han gastado y sus amiguetes que se han aprovechado?
ResponderEliminarA mí la amnistía fiscal no me parece mal del todo, me parecen mucho peor otras cosas a las que parece que los políticos no tienen ninguna intención de arreglar. Este país se sotiene gracias a los que tienen una nómina y a los autónomos ya que las grandes fortunas no pagan casi nada ( recomiendo un artículo del periódico El Mundo del domingo ).
ResponderEliminarTampoco debiera ser admisible en un estado verdaderamente democrático y avanzado, la impunidad en la que quedan los gestores del dinero público, es decir, los políticos malversan el dinero de los contribuyentes. A saber, construir aeropuetos ineficientes, pagar construcciones millonarias que sirven para bien poco, etc. A lo que ahora llamamos derroche habría que llamarlo malversación de fondos públicos, y los que tomaron las decisiones debieran tener una responsabilidad no sólo penal, sino patrimonial.
Había una película que se titulaba " Por qué le llaman amor cuando quieren decir sexo " pues a mí la situación actual y la hipocresía constante de los políticos ( de todos los partidos ) me suena a " Por qué lo llaman democracia cuando quieren decir oligocracia ? ".
Oligocracia de los adinerados y de los representantes públicos a quien no se les exige ningún mérito para depositar en ellos la alta responsabilidad que tienen, si no que basta con que quien manda en el partido de turno, les señale con su dedo.
Y los bobos de los ciudadanos encima, nos creemos que estamos en una democracia ! pobres de nosotros !
Muy de acuerdo, entre los que defraudan y los que despilfarran han dejao esquilamada esta nacion
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