En una reunión muy reciente defendí el supuesto de que la educación ni igualaba a las personas ni las oportunidades de trabajo ni generaba empleo, que cuanto mayor educación (en concreto, instrucción, preparación o capacitación) y de mejor calidad recibiera un individuo más le desigualaría del resto, y que a las oportunidades creadas por otros acceden los mejor preparados. Mi tesis era contraria a otra mayoritaria: “Una formación profesional de calidad es generadora de igualdad de oportunidades y de crecimiento de empleo y desarrollo”. Me afané, en vano, en explicar que la función de la educación consiste en colaborar al desarrollo de las capacidades individuales de cada persona, y que poco tenía que ver con "el crecimiento del empleo y desarrollo (económico)". Les recordé que debían olvidarse el “Mandamiento” inicial de la “Granja” de George Orwell, “todos los animales son iguales”, y recordar el definitivo con su añadido “pero unos son más iguales que otros”. Si hubieran pensado un poco más en Mounier (“educar es despertar seres capaces de vivir y comprometerse como personas”) y en el profesor ribereño, Víctor García Hoz (“educación es el perfeccionamiento intencional de las facultades específicamente humanas”), y algo menos en las querencias de E. Durkheim, quizás no hubiera habido controversia.
Ignoro si la cita fue bien o mal llevada, pero lo cierto es que algunos asistentes se ofendieron por su “situación” en la “comparación imaginada" y no pretendida. Ni siquiera llegué a plantearme que existiera analogía alguna entre la asamblea aquella y "la granja". Y para constatar que realmente tampoco la hay, intentaré realizar un análisis más minucioso y cada cual juzgue con objetividad los hechos.
(Derecha, foto que aparece en la acreditación de Orwell para la Branch of the National Union of Journalists (1933).
George Orwell, seudónimo de Eric Arthur Blair, publicó en 1945 “Rebelión en la granja” como una mordaz sátira contra el estalinismo entonces reinante. Sin embargo, es un mensaje universal contra la corrupción que genera el poder omnímodo ejercido desde cualquier signo y en cualquier ámbito o nivel, y contra el relativismo de la verdad que dicho sistema pretende metamorfosear en función de sus intereses.
Orwell tomó como punto de arranque la traición a una revolución que ocasionó millones de muertos entre purgas y campos de concentración o "gulags", e inutilizó ingentes esfuerzos y sacrificios jamás recompensados. Sirve también la idea motriz de la alegoría como una fina crítica a los pequeños jefecillos actuales, de tan escasos recursos intelectuales como abundantes resortes expeditivos contra los ingenuos que discutan "sus razones” y pongan en peligro "sus dominios". En la contraportada del libro aparece un texto que resume la obra, que bien pudiera trasladarse a nuestros días:
“Rebelión en la granja” es un examen de conciencia y una inflamada requisitoria que encuentra bellísima expresión literaria en la novela de un hombre que hizo del compromiso y de la denuncia de la injusticia la norma de su existencia.
A quien conozca la novela le parecerá extraña la pretensión de concentrar en un solo personaje todo el trabajo: el cerdo NAPOLEÓN. Los capítulos discurrirán desde su etapa de luchador por la conquista del poder hasta su conversión en un líder corrupto y totalitario, una vez conseguido.
Sin embargo, el empeño puede dar sus frutos. A lo largo de "tres" capítulos veremos otro devenir novelado de NAPOLEÓN con un seguimiento fiel de la obra original que no alterará la intención del autor. No se trata ni de mutilar ni de enmendar a Orwell, sino de poner el foco y la lupa en el personaje escogido y sugerir al lector que le comparen con otros líderes actuales, o aprendices de ello, y permitirle sacar sus propias conclusiones.
Sin embargo, el empeño puede dar sus frutos. A lo largo de "tres" capítulos veremos otro devenir novelado de NAPOLEÓN con un seguimiento fiel de la obra original que no alterará la intención del autor. No se trata ni de mutilar ni de enmendar a Orwell, sino de poner el foco y la lupa en el personaje escogido y sugerir al lector que le comparen con otros líderes actuales, o aprendices de ello, y permitirle sacar sus propias conclusiones.
Animo a leer “Rebelión en la Granja” a quien aún no lo haya hecho. Sin duda disfrutará de una crítica que no ha perdido su fuerza inicial y que conserva la suficiente acidez, en dosis apropiadas, para algunos políticos de ella merecedores, e invito a seguir los tres episodios de Napoleón y sus adeptos.
El político que no pude convencer con su razón, impone el silencio.
ResponderEliminarBUENA INTRODUCCIÓN.
ResponderEliminarArdo en deseos de poder leer la continuación que nos promete Duerobajo. Solo espero que tanto los que potencialmente pudieran darse por aludidos como sus posibles defensores no se vean rebajados y especialmente ofendidos por el hecho de que Orwell utilizara a un animal, tantas veces denigrado, como sujeto principal y dirigente en su historia. Estudios recientes parecen confirmar que el cerdo posee una inteligencia muy superior a la que ordinariamente le atribuimos. Téngase además en cuenta que el tipo de actuación de los líderes de la granja no es privativa de ninguna corriente ideológica.
Yo leí esa novela hace años y me encantó su mensaje. Si el Sr. Administrador del blog hace lo que dice con objetividad y desnuda a los todos los NAPOLEONES disfrutaremos de lo lindo y animo a que lo haga.
ResponderEliminarEl problema no es el cerdo sino los dóciles corderos, ya que si éstos no existieran el cerdo tampoco.
ResponderEliminarLo dramático es que hay dóciles corderos que se creen importantes por seguir al cerdo y encima se consideran inteligentes y listos por aplaudir al cerdo, hasta tal punto que se consideran legitimados para mirar por encima del hombro a los que se niegan a reconocer al cerdo como un líder, y se atreven a darles lecciones.
En cualquier caso, por mucho que los corderos dóciles se crean importantes en el fondo, a la gente cabal, no inspiran más que tristezay desprecio, por que sólo son importantes para el cerdo no para la sociedad en general.
Lo que más me gustan de la INTRODUCCI0ON Y DE LOS COMENTARIOS son las metáforas: el cerdo y los corderos, el jefe y los súbditos.
ResponderEliminarPor cierto, veo al cerdo del libro alemán y está muy guapo con esa sonrisa hipócrita.
Yo también estuve en esa reunión, a la que alude Duerobajo, y me sorprendió la afirmación petulante, vacua e inexacta, esgrimida por la complaciente mayoría oficial: "Igualdad es realidad".
ResponderEliminar"Igualdad es realidad", es una afirmación falsa. Quizás la igualdad sea real, en el mundo de Alicia, en el país de las Maravillas, o en el pensamiento único, propio de regimenes de izquierdas. La igualdad no existe, ni existirá, es una quimera que anhela determinada izquierda inculta y ramplona; y, una falacia que impone la izquierda autoritaria.
El Estado Social garantiza, en teoría, la igualdad de oportunidades, cada cual, las aprovecha o no.
Realmente, cuando en esa curiosa reunión escuché semejante afirmación, pensé, ¿qué hago aquí?, ¿tengo algo que ver con estos señores?; volví a pensar, estos señores no son liberales de toda la vida, están contagiados por la decandente socialdemocracia, aparentemente buenista, pérfida en realidad, se sienten muy contentos con ser todos iguales (aparentemente), ¿dónde esconden los anhelos de libertad?, ¿el respeto a la inalienable dignidad de la persona?,…quizás, los autores de la infausta frase debieran reflexionar ... piensan, lo que piensa gran parte de la sociedad, pero lo están equivocados, y cuando te equivocas y no defiendes tus ideales, estás defendiendo las ideas de otros.
“Igualdad es realidad”, es un pensamiento marxista, cosifica a la persona, la despoja de alma, propio de la mediocridad de la izquierda, hoy en crisis, y como toda gripe se contagia, en el contagio, en la subida de temperatura, llegan los delirios, la pérdida de cordura,..., el morir de mejoría…
El hombre tiene que vivir como piensa, sino, acaba pensando como vive, y los ilusos de la frasecita viven y piensan como quiere su Napoleón.
Esto promete. Este cerdo no tiene nada que ver con Babe, el cerdito valiente.
ResponderEliminarPues yo miro fijamente a ese cerdo y como el programa de la tele, parece que su cara me suena
ResponderEliminarMe parece una unión fabulosa la literatura con la política porque Orwell hizo algo bello con su critica al sistema comunista pero que sirve para todos los regímenes políticos cuando hay excesos o corrupción o no hay libertad total, y como dice muy bien Chemaranda "la actuación de los líderes de la granja no es privativa de ninguna corriente ideológica", "en todas la casas pueden cocer habas, dicen en mi pueblo, y en la mía a calderadas". La corrupción, el autoritarismo, el enchufismo, el amiguismo y otros ismos pueden darse en todos los partidos si no se pone coto y enmienda. Después de "Rebelión en la granja" un complemento con "1984" no vendría nada mal. El Gran Hermano no permite que nadie tenga ideas propias y que todos sean súbditos que obedezcan ciegamente.Sólo los espíritus libres se opondrán al sistema y no querrán que les faciliten la "felicidad" a cambio de perder su libertad. A veces me parece estar inmerso en una extensa tela de araña con muchos "grandes hermanos" que se preocupan de mi vida sin que yo se lo haya pedido, que buscan mi progreso y mi bienestar a costa de ser un súbdito complaciente y agradecido. Si me obedeces sin pestañear tendrás todo lo que yo te quiera dar parece que nos dicen cada día desde el gobierno y desde la oposición y desde la oposición de la oposición, y lo repiten por la radio y la televisión. Me llaman ácrata si los desprecio pero no los tengo en cuenta. Quiero ser libre y vivir libremente, sin estar arrodillado a sus tristes dictados.
ResponderEliminarNo es bueno discutir con los que no entienden porque se pierde el tiempo y la categoría y los que lo ven desde fuera pueden pensar que todos estan en el mismo nivel
ResponderEliminarConvincente la intervención de Smith, ¿Winston para los amigos? Me han parecido unas reflexiones muy interesantes y reveladoras. De ese "Gran Hermano" me interesa el concepto de la "neolengua" por el que asumimos lo que nos dicen repetidamente sin ponernos a pensar en lo que nos quieren decir. Unos nos hablan del "derecho a decidir" y otros del "federalismo" como solución al problema de España sin detenerse a explicar ni en profundidad ni superficialmente lo que esos términos significan. Y mediante censura se puede cortar cualquier brote que critique a los nacionalismos y a los nacionalistas, incluidas las destituciones...por hacerlo.
ResponderEliminarCon la “neolengua” ganó en gran parte ETA a España. ¿Nos suena “proceso de paz” y “lucha armada”? ¿Y liberación del pueblo vasco?
Hoy han unido sus voces unos y otros con “el derecho a decidir”, y pocas respuestas les dan desde el PP y el PSOE.
Así nos va. Gracias Smith por venir.
P.D.
Del otro “G.H.” de la tele (…), ni palabra.
feo
ResponderEliminarel GH?
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