Vivimos actualmente una de las épocas históricas españolas de la que podemos decir que “corren tiempos difíciles para los soñadores” que eternizara Amelie, debido a las acciones detestables de ciertos políticos corruptos, pocos según nos dicen pero demasiados para nuestro deseo, que han decepcionado a sus electores y mancillado el sentimiento e ideología de los afiliados que los apoyaron.
Si deplorable es el espectáculo que se han montado al lucrase con el dinero ajeno o de extraño origen, más bochornoso resulta comprobar que se ha hecho con el silencio cómplice, consciente o inconsciente, de algunos de sus compañeros. Muy mal por los dirigentes si conociendo las actuaciones corruptas no pusieron enmienda y las taparon para no descubrir su inmundicia, y peor si no se percataron por negligencia. Guardar silencio es más fácil que hablar y descubrir las corruptelas, pero conlleva indignidad, complacencia y tácito consentimiento.
En la última lección de D. Miguel de Unamuno, con su crítica valiente al poder establecido mediante la fuerza de la palabra y el compromiso y empeño de su persona, nos enseñó lo que León Blum sintetizara magistralmente, “el hombre libre es aquel que no teme ir hasta el final de su pensamiento”, pregonando a los cuatro vientos incluso lo que la audiencia no quería ni oír. El rector salmantino pudo callarse y no lo hizo; pudo contemporizar y prefirió la exposición convencida de sus ideas con peligro para su bienestar personal. Además de reflejar su espíritu en el discurso, nos dejó su ejemplo personal y una auténtica joya de la oratoria, creo, de la que se conocen algunas expresiones políticas, solapando la auténtica sustancia del mensaje.
El texto está tomado literalmente de la obra de Hugh Thomas, “La guerra civil española. 1936-1939” (Vol.2), Colección Dimensiones Hispánicas, Ediciones Grijalbo S.A., páginas 546-549. Y así dice:
“... Otro hecho notable que tuvo repercusiones más allá de las líneas de batalla fue el cambio de actitud de los más eminentes intelectuales de la España anterior a la guerra. La mayoría de ellos se encontraban en la España republicana en el momento del alzamiento. Firmaron un manifiesto pidiendo apoyo para la República. Entre las firmas se contaban las del médico e historiador doctor Marañón, el exembajador y novelista Pérez de Ayala, el historiador Menéndez Pidal, y el prolífico filósofo José Ortega y Gasset, sus amigos e incluso fundadores de la República de 1931. Pero las atrocidades y la creciente influencia de los comunistas hicieron que todos estos hombres aprovecharan cualquier oportunidad que se les presentara para huir al extranjero. Y, una vez allí, retiraron su apoyo a la República.
El filósofo vasco Miguel de Unamuno, sumo sacerdote de la generación 98, siguió un camino diferente. Como rector de la universidad de Salamanca, al empezar la guerra civil se había encontrado en territorio nacionalista. La República le había desilusionado, había admirado a algunos de los jóvenes falangistas, y dio dinero para el alzamiento. Todavía el 15 de septiembre apoyaba al movimiento nacionalista. Pero el 12 de octubre había cambiado de opinión. Estaba, como dijo más tarde, «aterrado por el cariz que estaba tomando aquella guerra civil, realmente horrible, debida a una enfermedad mental colectiva, a una epidemia de locura, con un sustrato patológico». En aquella fecha, aniversario del descubrimiento de América por Colón, en que se conmemoraba la «Fiesta de la Raza», se celebró una ceremonia en el paraninfo de la universidad de Salamanca. Allí estaban presentes el Dr. Pla y Deniel, obispo de Salamanca, y el general Millán Astray, el fundador de la legión extranjera, que por entonces era un asesor importante, aunque oficioso, de Franco. Su parche negro en un ojo, su único brazo y sus dedos mutilados lo convertían en el héroe del momento. Presidía el acto Unamuno, el rector de la universidad. La ceremonia tenía lugar a un centenar de metros del cuartel general de Franco, instalado desde hacía poco tiempo en el palacio del obispo de Salamanca, por propia invitación del prelado. Después de las formalidades iniciales, vinieron los discursos del dominico Vicente Beltrán de Heredia y del escritor monárquico José María Pemán. Ambos discursos fueron muy apasionados. También lo fue el del profesor Francisco Maldonado, que atacó violentamente al nacionalismo catalán y vasco, describiéndolos como «cánceres en el cuerpo de la nación”. El fascismo, el «sanador» de España, sabría cómo exterminarlos «cortando en la carne viva como un cirujano resuelto, libre do falsos sentimentalismos». Desde el fondo de la sala alguien gritó el lema de la legión extranjera: «¡Viva la muerte!» Millán Astray dio a continuación los gritos excitadores de multitudes que ahora eran ya habituales: «¡España!», gritó. Automáticamente, una serie de personas gritaron: «¡Una!» «¡España!», volvió a gritar Millán Astray. «¡Grande!», contestó el auditorio. Y al grito final de «¡España!» de Millán Astray, sus seguidores respondieron: «¡Libre!» Varios falangistas, con sus camisas azules, hicieron el saludo fascista ante la fotografía sepia de Franco que colgaba de la pared sobre el estrado. Todos los ojos se volvieron hacia Unamuno, cuya antipatía a Millán Astray era conocida, y que, al levantarse para cerrar el acto, dijo: «Estáis esperando mis palabras. Me conocéis bien y sabéis que soy incapaz de permanecer en silencio. A veces, quedarse callado equivale a mentir. Porque el silencio puede ser interpretado como aquiescencia. Quiero hacer algunos comentarios al discurso, por llamarlo de algún modo, del profesor Maldonado. Dejaré de lado la ofensa personal que supone su repentina explosión contra vascos y catalanes. Yo mismo, como sabéis, nací en Bilbao. El obispo —y aquí Unamuno señaló al tembloroso prelado que estaba sentado a su lado—, lo quiera o no lo quiera, es catalán, nacido en Barcelona».
Hizo una pausa. Se produjo un silencio cargado de temores. Nunca se había pronunciado un discurso como aquél en la España nacionalista. ¿Qué diría el rector a continuación? «Pero ahora —continuó Unamuno— acabo de oír el necrófilo e insensato grito: "¡Viva la muerte!". Y yo, que he pasado mi vida componiendo paradojas que excitaban la ira de algunos que no las comprendían, he de deciros, como experto en la materia, que esta ridícula paradoja me parece repelente. El general Millán Astray es un inválido. No es preciso que digamos esto con un tono más bajo. Es un inválido de guerra. También fue Cervantes. Pero, desgraciadamente, en España hay actualmente demasiados mutilados. Y, si Dios no nos ayuda, pronto habrá muchísimos más. Me atormenta el pensar que el general Millán Astray pudiera dictar las normas de la psicología de la masa. Un mutilado que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes, es de esperar que encuentre un terrible alivio viendo cómo se multiplican los mutilados a su alrededor.»En este momento, Millán Astray ya no pudo contenerse por más tiempo, «¡Mueran los intelectuales! —gritó—. ¡Viva la muerte!» grito fue coreado por los falangistas, con quienes el militar que era Astray tenía, en realidad, muy poco en común. «¡Abajo los falsos intelectuales! ¡Traidores!», gritó José María Pemán, deseoso de limar las aristas del frente nacionalista. Pero Unamuno continuó: "Este es el templo de la inteligencia. Y yo soy su sumo sacerdote. Estáis profanando su sagrado recinto. Venceréis, porque tenéis sobrada bruta. Pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir. Y para persuadir necesitaríais algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España. He dicho.»Siguió una larga pausa. Algunos de los legionarios que rodeaban a Millán Astray iniciaron un amenazador movimiento de aproximación al estrado. El guardia personal de Millán Astray apuntó a Unamuno su ametralladora. La mujer de Franco, doña Carmen, se acercó a Unamuno y Millán Astray y pidió al rector que le diera el brazo. El se lo dio y los dos salieron juntos, lentamente.
============================Pero ésta fue la última vez que Unamuno habló en público. Aquella noche, Unamuno fue al Casino de Salamanca, del que era presidente. Cuando los miembros del casino, algo intimidados por estos acontecimientos, vieron la venerable figura del rector subiendo las escaleras, algunos gritaron ¡Fuera! ¡Es un rojo, y no un español! ¡Rojo, traidor!». Unamuno entró y se sentó. Un tal Tomás Marcos Escribano le dijo: “No debería haber venido, don Miguel, nosotros lamentamos lo ocurrido hoy en la universidad, pero, de todos modos, no debería haber venido». Unamuno se marchó, acompañado de su hijo, entre gritos de traidor!» El único que salió con ellos fue un escritor de segundo orden, Mariano de Santiago. A partir de entonces, el rector ya no salió nunca de su casa, y la guardia armada que le acompañaba tal vez era necesaria para garantizar su seguridad. La junta de la universidad “pidió” y obtuvo su dimisión del cargo de rector. Murió con el corazón roto de pena el último día de 1936. La tragedia de sus últimos meses fue una expresión natural de la tragedia de España, donde la cultura, la elocuencia y la creatividad estaban siendo reemplazadas por militarismo, la propaganda y la muerte".
Hugh Thomas recuerda esta importante cita (pág. 549 o.c.): "Véase Unamuno's Last Lecture, de Luis Portillo, de donde procede esta versión de las palabras de Unamuno. Publicada en Horizon, y reproducida en Cyril Connolly, The Golden Horizon (Londres, 1953), pp. 397-409.
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Puede haber resultado una larga entrada la presente, pero he creído conveniente no dividirla para no mutilar un texto histórico y literario que merece ser recordado e incluso enmarcado.
Conocía algo como el vencereis pero no el relato entero no lo conocía. Fenomenal el relato total y oportuno por traerlo. Mi opinion personal es Don Miguel no se habría callado hoy en esto tan terrible de la corrupción
ResponderEliminarvaya un ladrillo infumable y aburrido
ResponderEliminarSiempre se ha dicho que no está hecha la miel para la boca del....
ResponderEliminarPues a mi me ha gustado este viejo episodio de nuestra historia, incluso me ha emocionado, y si a ciertas personas no les gusta qeu se lo pregunten a ellas mismas. YY si ponen mas como hoy, mejor que mejor.
ResponderEliminarTuve suerte de que me diera clases un buen profesor de historia de los que llegaban y daban la Guerra Civil de España y nos comentó esa frase del “VENCEREIS PERO NO CONVENCEREIS” de ese día de la universidad de Salamanca que escribió el hispanista Huhg Thomas, pero también nos dijo que había otras versiones como la de José María Pemán que asistió en persona y que no coincidían, pero no recuerdo más. Me encantarría saber lo que paso de verdad, y si alguno tiene conocimiento de ello que lo escriba para todos. Muchas gracias.
ResponderEliminarLa opinión de Peman sera importante en estos hechos por estar presente
ResponderEliminardigo yo , vamos
ResponderEliminarNo me imagino o ni lo que haría y diría Unamuno hoy contra el cáncer de la corrupción en España pero seguro que no se estaría quieto ni callao, y que hacemos nosotros, eso que hacemos, nada y a callar
ResponderEliminarEn honor de la verdad, debo decir y exponer que en la citada obra de la que tomo el texto, y en la nota nº 14 de la página 549 del Vol. 2 de la “La guerra civil española. 1936-1939”, Hugh Thomas dice lo siguiente:
ResponderEliminar“Véase Unamuno's Last Lecture, de Luis Portillo, de donde procede esta versión de las palabras de Unamuno. Publicada en Horizon, y reproducida en Cyril Connolly, The Golden Horizon (Londres, 1953), pp. 397-409. Véase oto relato en Emilio Salcedo, Vida de don Miguel (Madrid, 1964) pág. 409 y ss. Agradezco a Ronald Fraser sus consejos en cuestión de detalles. Nunca habrá pleno acuerdo sobre lo que se dijo y el tono en que se dijo. Yo he comentado esta versión con Luis Portillo, y con Ulse Barea, que la tradujo. Pero véase el relato de Pemán, «La verdad de aquel día», ABC, 12 de octubre de 1965. Cabe preguntarse por qué la Falange hizo acto masivo de presencia en el entierro de Unamuno”.
Por mi parte procuraré indagar lo que pueda. A mí, personalmente, también me atrae el tema y me siento en cierto modo responsable de abrir la “Caja de Pandora”, por recordarlo de nuevo y generar el debate correspondiente
Gracias, forosol, por intervenir y plantearnos una duda, una pregunta y un problema histórico que a todos nos atañe y nos importa; por eso precisamente necesitamos explicaciones convincentes de lo que pudo ocurrir aquel día.
Saludos
Excelente articulo, paradojas de la vida, la Tercera España, intelectuales que trajeron o apoyaron la Republica, volvieron del exilio, y se quedaron aislados, fuera del régimen y queridos y apreciados por falangistas de viejo cuño, despreciados por arribistas que mancillaron el azul mahón.
ResponderEliminarLa historia del 31 se repite, ante el desolador panorama de España y las camarillas que la tien secuestrada la opción política de españoles liberales, que respeten la dignidad de las personas, reconozcan los derechos y libertades publicas y privadas, y, a la par, fundamenten su corpus ideológico en una fuerte conciencia social, en defensa del interés colectivo, seria la opción política que salvara a España.
Agradezco la publicación de ese discurso de don Miguel de Unamuno por recordarnos escenas de brochazos gruesos de NUESTRA (de todos) Historia. No lo conocía a fondo y ha sido un disfrute leerlo. Lo que tampoco sabía es que por allá estaría don José María Pemán y lo que diría. Espero que alguien lo cuente y sabremos algo más. Lo dicho.
ResponderEliminarMe ha parecido muy interesante este artículo. No conocía la anécdota completa, solo retazos sueltos como la frase "venceréis... pero no convenceréis". Todo aquel que se haya acercado a la vida y obra de Unamuno sabe que era un hombre de principios. Defendía lo que él consideraba que estaba bien, sin importarle la ideología del que lo dijese. De joven, simpatizó con las ideas socialistas de Pablo Iglesias, pero pronto renegó de ellas. Tuvo problemas con la dictadura de Primo de Rivera y con el rey. Tantos que lo desterraron a Fuenteventura. Aplaudió la República porque consideraba que la Dictadura había sido un atraso para España. Pero fue de los primeros en reconocer los atropellos que se estaban cometiendo en nombre del pueblo. Defendió el inicio del golpe de estado porque creyó que los jóvenes militares iban a poner orden en el caos que se había convertido España. Pero ese mismo año, tras comprobar que la mayoría de sus amigos fueron fusilados o estaban en la cárcel. Se desdijo de su apoyo y protagonizó la anécdota que estamos comentando. Recomiendo la lectura de sus "nivolas", como él las llamaba. Sobre todo "San Manuel Bueno, mártir" que trata de un cura que deja de creer en dios, pero decide no contarlo para que sus feligreses sean felices creyendo que hay otra vida que compensará los sufrimientos de esta.
ResponderEliminarUnamuno fue catedrático de Griego. Si viviera hoy no se callaría. Buscaría las palabras exactas, desde el punto de vista etimológico, para definir lo que está pasando. Diría que España es una cleptocracia (el poder de los ladrones) y una plutocracia, que aunque suene a personaje de Disney, significa el poder de los ricos, del que tiene dinero.
Unamuno diría hoy "NO A LA CORRUPCIÓN" y llamaría "CORRUPTOS" a los CORRUPTOS y se enfrentaría a ellos aunque le destituyeran de sus cargos. Igualito a lo que hacemos nosotros.
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ResponderEliminarA raíz de la lectura del texto de Hugh Thomas, “La guerra civil española. 1936-1939”, propuesto por el director del blog, he estado revisando otro libro sobre el mismo tema, “La república española y la guerra civil” del norteamericano Gabriel Jackson. Quería saber si había otra versión sobre el discurso de Unamuno en el paraninfo de la Universidad de Salamanca el “Día de la Raza” de 1936. En la página 254 de la 1ª edición de 1967, impresa en español en México, hay una breve mención al discurso que no difiere mucho de la de Hugh Thomas y que transcribo literalmente: “…En Salamanca, Miguel de Unamuno, rector de la Universidad más famosa de España, aprobó al principio el levantamiento que pondría fin al desorden y a la fragmentación regional de la nación. Pero pronto vinieron amigos suyos de Granada con la noticia del asesinato del poeta García Lorca y de varios catedráticos universitarios; otros le contaron cómo habían huido de los pueblos de Andalucía en los cuales los revolucionarios habían matado a cuatro o cinco personas…
El 12 de octubre, Día de la Raza, en que se conmemoraba el descubrimiento de América por Colón y la expansión universal de la civilización hispánica que le siguió, se celebró una ceremonia en la Universidad. En el estrado se sentaron las autoridades universitarias, el obispo de Salamanca y doña Carmen Polo de Franco. En el curso de la ceremonia, uno de los oradores fue el general Millán Astray, primer jefe de la Legión, hombre que había perdido un ojo y un brazo en Marruecos. Mientras glorificaba el papel de Castilla y de sus ejércitos de conquistadores, sus partidarios situados en el fondo de la sala puntuaron sus frases con el eslogan de la Legión: “¡Viva la muerte!”. Unamuno, como rector, no pudo contenerse, y aludiendo burlonamente a la frase “viva la muerte”, se volvió hacia el general y le dijo con sus mejores modos que el movimiento militar necesitaba no solo vencer, sino también convencer. Y no creía que estuvieran capacitados para esta última tarea, solo la intervención de la señora Franco impidió que el enfurecido Millán Astray, que gritó: “¡Muera la inteligencia!”, pegara a Unamuno…”.
El autor nos dice a pie de página que él conoce esta actitud de Unamuno gracias principalmente a amigos suyos que vivían en Salamanca, con detalles suplementarios basados en el artículo de Luis Portillo en Golden Horizon (Londres), 1953.
Por otro lado, sé que existen dos estudios sobre los tortuosos vaivenes de los últimos meses de Unamuno, pero no los he leído: uno de ellos es de Luciano González Egido: Agonizar en Salamanca. Unamuno: julio-diciembre, 1936, Alianza Editorial, Madrid, 1986. El otro es más concreto y se centra sobre el incidente que estamos comentando: Joaquín de Entrambasaguas: La posible clave de un incidente ya histórico. Unamuno y Millán Astray, Diana, Madrid, 1966.
Para finalizar, quisiera ahondar en el comentario tan estupendo, escrito por Gonzalo de Berceo sobre el semblante de Unamuno. Este fue un hombre singular. Tuvo un temperamento ardiente y apasionado que le llevaba a actitudes extremas. Quiero destacar de él un aspecto que se repite constantemente en su vida y en su obra: la contradicción. Todos los estudiosos coinciden en subrayar el gusto de Unamuno por la paradoja. Se basa en la eterna contradicción entre razón y sentimiento.
Si nos remontamos a los últimos años de su vida, con la caída de la dictadura de Primo de Rivera, vuelve de su exilio a Salamanca y se suceden los homenajes. Pronuncia discursos contra la monarquía. Al instaurarse la república en 1931, Unamuno es nombrado entre los muchos cargos, rector de la Universidad de Salamanca, diputado, académico…Pronto empieza a sentirse desencantado del gobierno republicano. Conoce a José Antonio Primo de Rivera y asiste a un mitin suyo. Apoya el Alzamiento, hace declaraciones contra el gobierno republicano en la revista estadounidense Internacional News. Es destituido del rectorado y de los demás cargos públicos, pero a principios de septiembre de 1936 será confirmado de nuevo en ellos por el gobierno de Franco. El claustro de la Universidad de Salamanca, bajo su dirección, envía un escrito en latín a todas las universidades del mundo denunciando el libertinaje en que había degenerado, según él, la república.
ResponderEliminarTampoco comulga Unamuno con los abusos de los llamados “nacionales”. Después del famoso incidente del 12 de octubre, Franco lo vuelve a destituir de sus cargos. Es condenado a arresto domiciliario…
En la mayor parte de sus novelas o “nivolas”, también está presente la contradicción que padecen sus personajes. Por citar solamente tres: Tula, Manuel Bueno y Augusto Pérez en las tres mejores obras de ficción del autor: La tía Tula, San Manuel Bueno, mártir y Niebla.
Tula que mantiene una lucha titánica entre su aversión que tiene a todo lo fisiológico y carnal y el instinto de maternidad. Permanece rígida e inamovible. Su obsesión por la pureza, la hacen excesivamente dura. Lo sacrifica todo antes de “mancharse” y al final se da cuenta de que todo ha sido una equivocación, un fracaso.
Augusto Pérez que acude a casa de Unamuno con intención de suicidarse y tras una conversación dura y casi violenta entre ambos, siente renacer unas ganas enormes de vivir.
Manuel Bueno que se nos muestra como un personaje agónico, escindido en una trágica contradicción entre la voluntad de creer y la imposibilidad de alcanzar la fe. Sus dudas serán las mismas que las de Unamuno.
No sabemos lo que diría Unamuno pero sí lo que ya estamos diciendo mucha gente: es inaguantable la corrupción que afecta ya a casos de políticos de unos y otros partidos, de banqueros,artistas,empresarios, sindicatos....Todos los días nos quedamos atónitos ante los nuevos casos que se van destapando. Deseamos que la JUSTICIA actúe rápido y con firmeza ( pues desmoraliza el ver que muchos casos se van de rositas aun habiéndose enriquecido fraudulentamente y sin devolver nada).No podemos seguir los sufridos ciudadanos siendo los paganinis de todo, aceptando imposiciones de recortes de todo tipo. Nosotros los ciudadanos no estamos resignados NO, estamos perplejos pero dando una lección de civismo a la mal llamada clase política y a todos los chupopteros de este País.Y digo que damos lecciones, porque lo más fácil o lo que nos pide el cuerpo o lo que alguno quisiera, sería levantarnos y expresar la profunda indignación que corre por nuestras venas con medios violentos y sin embargo muchos creemos que es el momento de analizar esperar la decisión de la justicia y pensarlo mucho a la hora de ejercer nuestro derecho al voto.
ResponderEliminarCuando lleguen las elecciones comprobaremos qué personas van en esas listas y si son de fiar. En los programas electorales nos fijaremos si han cumplido con lo que prometieron en el anterior o si han realizado esa labor de transparencia que se exigen unos a otros.Los políticos tienen que saber que ya nos han dado gato por liebre muchas veces y que si no hay limpieza de verdad la política corre peligro de desaparecer.
Me han parecido muy relevantes las aportaciones de los lectores y colaboradores de este blog, "Gonzalo de Berceo" y "Al sur de Castilla", por lo que próximamente uniré ambos comentarios en una entrada exclusiva.
ResponderEliminarLos dos han traído datos reseñables desde el punto de vista histórico y literario. Se les nota "la escuela" y es de agradecer.
Saludos.
No a tantos recortes y sí al autocontrol y depuración de responsabilidades.
ResponderEliminarSi extraordinario me parece el artículo que nos ha brindado el director del blog, los comentarios también lo son. Los unos porque aparecen más profesionales y los otros porque hablan con el corazón y el sentimiento y nos dicen lo que esta pasando a este viejo país que lo han llenado de inmundicia los que deberían salvarlo.Si devolvieran todo lo que ser han llevado y han malgastado no tendriamos necesidad de recortes. Y como dice el de arriba, ellos se van de rositas y nos dejan la miseria. ¡QUE VERGUENZA! YA NO NOS QUEDA NI EL DERECHO AL PATALEO, QUE TAMBIEN SE LO HAN LLEVADO
ResponderEliminarQue mal huele este pais y todo por la corrupcion y hasta que no echemos a los sinverguenzas que hay por todas partes no salimos palante
ResponderEliminar¿ No es corrupción el propio sistema político - la partitocracia acuñada por el PP y el PSOE - que ha hurtado a los ciudadanos la capacidad de elegir a sus representantes ?
ResponderEliminarEn este país, nuestra querida España, quien decide quien va en las listas son los Jefes de los partidos ( Rajoy y Rubalcaba ) que no ponen precisamente a los más válidos, y a las pruebas me remito, no hay más que ver los que nos han puesto en Aranda, pues tenemos la peor Corporación de la Democracia, sino a los más dóciles, a los más sumisos, a los más trepas que por lo general suelen ser los que menos principios y escrúpulos tienen, y los más incapaces de gestionar lós intereses públicos.
En Aranda de Duero, tenemos una corporación que no ha resuelto ninguno de los graves problemas que tiene nuestra ciudad y nuestro Ayuntamiento ( funcionarios, depuradora, calles en estado lamentable, urbanismo ) y que además son de efectos retardados por que ahora necesitan 4 meses para decidir qué hacer con la plaza de toros ! cuatro meses más ! Menuda capacidad de reacción. ¿ se imaginan uds. a Obama, a Merkel o a Cameron diciendo que necesitan cuatro meses más para resolver un problema que su país lleva soportando diez años ? Pues en sus países los linchan y aquí nos tenemos que aguantar, por que es para lo que sirven y para lo que dan nuestros " impuestos " concejales.
A ver con listas abiertas cuántos de ellos hubieran salido elegidos.
En fin ! qué pueblo y qué país ! No me extraña que los jóvenes se estén marchando, aquí ni hay futuro ni hay esperanza por que ni Rajoy ni Rubalcaba quieren asumir que el sistema está agotado y que los ciudadanos no aguantan más.
Pero claro si cambian el sistema a lo mejor ellos tampoco estaban donde están, y ! qué gran favor harían a España !
¡Plis, plas! un aplauso para el anterior, se puede decir más alto con amplificadores pero más claro y mejor es imposible decirlo. Como Aranda sea el ejemplo de España, mejor irse a la Chimbamba. Como dice el anterior, esta corporación no resuelve nada de nada, ¿pero saben para que están? saben quien los ha puesto pero no saben por que los han puesto ni para que los han puesto. Algunos concejales y concejalas son auténticos floreros que decoran el paisaje municipal. ¡Qué pueblo y qué país ha dicho el de arriba y tiene toda la razón. ¡TENEMOS LO QUE NOS MERECEMOS Y HEMOS PUESTO! par la próxima vez que no cuenten conmigo. Y par a el final , muy buenos todos los comentarios, que siempre se aprende algo
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