28 de marzo de 2013

Hoy es el primer Jueves Santo del Papa Francisco

La Iglesia Católica conmemora en Jueves Santo la institución de la Eucaristía. También celebra el día del Amor Fraterno, de la Caridad, y en los oficios religiosos se entonará el “Mandatum Novum” (“Un mandamiento nuevo os doy, que os améis…”). 

La caridad es una virtud teologal por la que se ama a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo por amor de Dios. Su reflejo práctico es la ONG “CÁRITAS”, fundada en Alemania hace unos 150 años como “Asociación caritativa para la Alemania católica” ("Charitasverband…), y hoy establecida en todo el mundo.

Cáritas lucha contra la pobreza y la discriminación, ayudando a las personas sin preguntar por su religión o nacionalidad. Sólo ve en el solicitante  a una persona necesitada. Cáritas  se mantiene de donaciones y de la labor prestada por sus voluntarios. Su fin es ayudar al “próximo” sin ningún afán de lucro.

El nuevo Papa Francisco nos ha manifestado su ilusión de servicio concreto: “¡Cómo me gustaría una Iglesia pobre y  para los pobres!”  Su deseo ya ha suscitado una polémica sutil que terminará en confrontación ideológica. Desde la izquierda han surgido aceradas críticas. Se trata de crear controversia entre caridad, justicia y revolución social.

Difícil tarea tienen los sacerdotes en la transmisión comprensible y sugerente del contenido cristiano a una asamblea plural de espíritus comprensivos y críticos, a veces desconocida. Por eso me llamó la atención, lo hace con frecuencia, el comentario  que hizo el párroco de  una céntrica iglesia  arandina sobre la riqueza y la pobreza. Así lo recuerdo:

“En cierto colegio se ejecutó la siguiente experiencia sobre el desigual reparto de alimentos en el mundo. Una sala grande se dividió en tantos espacios como Continentes, y a cada uno se le endosó la cantidad de comida correspondiente: mucho en Europa y poquito en África, abundante en América del Norte y escaso en la del Sur, Asia y sus necesidades…Se repartió a los alumnos sin más criterio que la suerte, como la de los mortales al nacer en un lugar o en otro. Y empezó la fiesta. Mientras unos se saciaban, otros esperaban sus raciones. Pasaba el tiempo y viendo que el asunto no mejoraba, los que no tenían nada que llevarse a la boca exigían sus derechos y pedían su comida. El responsable de  la experiencia explicó que eso era todo, y así debían asumirlo: unos,  mucho,  y otros,  nada. Comenzaron las quejas sobre la injusticia cometida con la abundancia de unos y la escasez de los otros. Pocos de los que tenían suficiente intentaron compartir; la mayoría ni se dio cuenta del problema, pues no lo consideraban suyo, ¿o Sí? Y la petición de justicia y un buen reparto continuó, pero no hubo nada que hacer. La comparación con la vida era demasiado  real.  “¿Qué méritos tenéis vosotros para haber nacido en Europa y disfrutar de todo? ¿Sois mejores que los africanos? les preguntó el responsable.” Seguro que la lección de aquel día permanecerá  siempre.

 El Papa Francisco quiere una Iglesia pobre para los pobres, y éstos y otros que no lo son tanto, reclaman una justicia que cada cual ve de forma diferente: dar a todos por igual, a cada uno según su mérito, trabajo y esfuerzo, a cada persona según sus necesidades…Pero, ¿Con cuál de estas teorías se podrá luchar efectivamente contra la pobreza que coexiste con la riqueza? Sin acudir a la fracasada lucha de clases, alguien pedirá que la Iglesia venda todas sus propiedades y lo reparta entre los pobres. Si con ello se asegurara la desaparición de la miseria y el hambre, podría intentarse. Pero ¿No se hará alguno más rico sin salir de pobre los pobres? Y ese hipotético reparto, ¿No será  considerada por la izquierda  la caridad contraria a la revolución? El propietario de una importante marca comercial textil donó no hace mucho 20 millones de euros a Cáritas, y le criticaron por hacer beneficencia y no subir más los sueldos a los trabajadores. ¿Hubiera sido mejor donarlo a los sindicatos de clase?

Haga lo que haga la Iglesia, donar sus bienes o prestar servicios en hospitales, leproserías, asilos, colegios o dispensarios de Cáritas, será mal visto por los anticatólicos que conciben su revolución como la única solución a la pobreza, y  consideran la caridad como un parche que dificulta sus aspiraciones. ¿No han tenido  suficiente con sus experimentos en la extinta URSS y en Corea del Norte, por citar sólo dos ejemplos?

¿Es acaso malo que unos hagan caridad, ayuden a su prójimo en sus necesidades más urgentes, mientras los cambios estructurales quedan en manos de los partidarios  del libre comercio o del comercio planificado o de aquellos otros que persigan el bienestar de las personas? Parece como si no les importara el sufrimiento de los necesitados a quienes  critican las acciones caritativas de otros, mientras ellos luchan por  la imposición de sus ideas.

Personalmente me fío más de quien ayuda a los necesitados con lo poco o mucho que puede,  que de aquellos otros que predican su justicia y su revolución social para los desconocidos sin mitigar la penuria de los más cercanos. Y creo, además, que la caridad no es incompatible con la justicia social. Podemos practicarla siempre y hoy, especialmente, en Jueves Santo.

23 de marzo de 2013

“Corruptio optimi, pessima”: ¿Y si nunca fueron los mejores?

Se atribuye a S. Jerónimo el proverbio latino “Corruptio optimi, pésima” (la corrupción de lo mejor es la peor) que podemos aplicar a distintas situaciones de la vida y hoy, especialmente,  a una parte, pequeña pero ruidosa,  de la casta política española.

Los últimos estudios del CIS reflejan la preocupación de los españoles por este lamentable espectáculo, y eso que fueron hechos antes de conocerse el asunto de “los papeles de L. Bárcenas”, ex-tesorero  del PP y poseedor de una singular fortuna en Suiza, con sus efectos colaterales de “sobrecogedores” y “donantes desinteresados”; el caso de “Amy Martin” de la Fundación socialista IDEAS, con sus 3.000 euretes por artículo; los espionajes políticos de Método 3 en Cataluña. Y aún no está descontado el más grande y doloroso de todos, los ERES andaluces,  en largo proceso judicial, con importantes novedades estos días,  y  con escasas consecuencias hasta el presente.

Esta es la opinión de los españoles:

En el estudio nº 2.972 del CIS, barómetro de diciembre de 2012, a la pregunta nº 7, el 17,2% de los encuestados consideraba que la corrupción y el fraude se encontraba entre los tres primeros problemas  de España. Pero la pregunta nº 9 era más reveladora: el 16,5% pensaba que el principal objetivo de la sociedad en los cinco próximos años debiera ser la lucha contra la corrupción política, y el 30,2% lo apuntaba como el segundo.

El pesimismo  se reflejaba en la pregunta nº 10: el 49,6% vaticinaba que la corrupción aumentaría en los cinco años venideros, y un 23,7% lo consideraba como una situación estable en esa cantidad

En el estudio nº 2.796, barómetro de enero de 2013, los porcentajes sobre la corrupción seguían aumentando ligeramente. Cuando se publique el siguiente estudio  es posible que este problema sea considerado como uno  de los más importantes, lo que conllevará una mayor desafección de la clase política española.

Si los responsables no ponen enmienda, la corrupción  se convertirá en un problema sin solución, con la única ventaja de que al carecer de ella dejará de ser problema y nos habituaremos a convivir con el no-problema.

Se han conocido a lo largo de la Historia casos de personas bondadosas convertidas en siniestros personajes; nobles ideales transformados en rastreros comportamientos, amor trocado en odio  y afables compañeros transfigurados en líderes tiránicos. Todo aquello que considerábamos perfecto llegó a ser reprochable,  sin causas aparentes. Es lo que conocemos como “Corruptio optimi, pésima”.

El Decreto del Horemheb del antiguo Egipto (1300 a. C.) imponía a los funcionarios corruptos una pena de cien bastonazos y la amputación de la nariz. Parece ser que en China  y en Roma, época de la República, también se cortaba la nariz a los funcionarios corruptos. ¿Se querría acaso evitar con dicha mutilación “el olor del dinero”  a pesar de que “pecunia non olet”? Quizás quisieran mostrar la convicción de que el amor por lo no ganado honradamente tuviera una marca indeleble, significado parecido al de otras culturas al cortar las manos largas a los ladrones. Pero ni siquiera esta medida  apagó la sed de la avaricia. Hoy como ayer, siempre quieren más los mismos insaciables del dinero fácil.

En “Antología de la filosofía griega”, de Pedro A Badillo Gerena, página 135, hay una nota del traductor muy relevante que incide en el mismo pensamiento: “Aquellos de los hombres que están mejor dotados y tienen una mayor grandeza de alma, llegan a ser los mejores y los más útiles si son educados y aprenden lo que se debe hacer, pero  cuando no han sido educados ni instruidos resultan los seres más perversos y dañinos…Jenofonte, Mem. IV,1, 4). Es el mismo proverbio “Corruptio optimi, pésima”…Pero, ¿cómo educar e instruir a ciertos políticos en la honradez? Puede ser una tarea tan difícil  como la de instaurar una escuela de castidad en una casa de lenocinio.

Siglos más tarde, volveremos a encontrar el mismo pensamiento adaptado a la vida monástica. Una cosa es buscar y seguir el camino de perfección y otra es ser perfecto. Decía S. Agustín: “Confieso con toda la sinceridad de mi alma que no he encontrado gente mejor que la que vive fervorosamente en los monasterios; pero tampoco he encontrado gente peor que la que ha prevaricado en la casa del Señor”. (In PS 75,16). Lo de siempre: Corruptio optimi, pésima”.

La mayoría de nuestros políticos persigue la honradez en su cometido, pero algunos no llegan  a conseguirla, adueñándose de unos dineros y prebendas injustamente adquiridos, mientras que otros pierden de lo suyo en su voluntad de servicio la comunidad. Si a los españoles nos sienta tan mal la corrupción política es porque creíamos y confiábamos en que nuestros elegidos representantes, -los mejores- velarían por los intereses de todos y no sólo por los suyos propios y de sus camarillas. “Corruptio optimi, pésima”.

¿Pero alguna vez pudieron ser los mejores los que hoy son considerados corruptos? ¿No deberían tener alguna responsabilidad política también los que los eligieron y promocionaron? Parece ser que ninguna, porque nadie ha dimitido por ese buen ojo y esa perspicacia en la selección.

18 de marzo de 2013

La ausencia de suicidas en los trenes desmonta la teoría de F. Reinares

En el capitulo anterior vimos un análisis de Fernando Reinares, publicado antes del 11-M,  sobre atentados de  terroristas suicidas. Hoy comprobaremos si existe coherencia entre lo escrito tras la fatídica fecha y lo dicho en  “¿Qué hay detrás del terrorismo suicida?” en 2003.

Desde la Cadena SER, Gabilondo y otros, extendieron  el bulo de la existencia de terroristas suicidas en los trenes. Otorgar clave de fanatismo islamista  al atentado quitaría votos al PP, y aún más  si se añadía la idea de que era una venganza de Al Qaeda por el envío de tropas españolas al refugio talibán de Afgansitán, y por el apoyo  –foto de las Azores-  que  Aznar dio a la invasión de Iraq.

La reacción, tibia, llegó tarde: "No creo, sinceramente, que los autores intelectuales de los atentados, los que hicieron esa planificación, los que deciden ese día, precisamente ese día... no creo que anden en desiertos muy remotos ni en montañas muy lejanas". Aznar mostró su convicción de que los organizadores de la masacre no sólo pretendían provocar víctimas, sino "volcar las elecciones". (Comisión parlamentaria de investigación)

Pasado el tiempo, y sin terroristas suicidas, se recurrió a otros  argumentos, para justificar la ausencia de “mártires de la causa”, así como  el nexo entre el 11-M y Al Qaeda. Fernando Reinares escribió lo siguiente: 
“Podría pensarse que la modalidad suicida adoptada por los terroristas que utilizaron como arma de destrucción masiva aeronaves comerciales en Estados Unidos contrasta con el proceder de los que reventaron trenes de cercanías en España. Pero estos últimos no se suicidaron entonces porque sus planes no terminaban ahí. Habían elaborado una lista de nuevos blancos y alquilado un inmueble cerca de Granada. Incluso se hallaron cartas de despedida o testamentos de dos de los implicados en los atentados de Madrid. Cuando la policía localizó su escondite de Leganés, el 3 de abril de 2004, no dudaron en morir mediante un acto de terrorismo suicida”.
“Al Qaeda aprobaría y en su caso facilitaría. Y proporcionaría orientación estratégica, como hizo los días 11 y 15 de marzo de 2004 a través de sendos comunicados enviados desde un país del Golfo, con el sello de la Brigada Abu Hafs al Masri..., a cuyas directrices se atuvieron los autores del 11-M”.

“ La policía frustró el plan (nuevos atentados) al localizar el piso alquilado por la célula yihadista en Leganés en el que siete de sus miembros se inmolaron, el 3 de abril de 2004, tratando de ocasionar el mayor daño posible”.

“…Quien fuera cabecilla de la célula operativa que preparó y ejecutó los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid…el 3 de abril llevase a cabo, junto a otros componentes de la misma, un acto de terrorismo suicida en Leganés, …”.

 “ … El 11-M dejó una vez más clara la predilección del terrorismo yihadista por los sistemas de transporte público como blanco, una preferencia por el uso de artefactos explosivos y la determinación suicida de sus ejecutores. Alguno de los implicados en esos atentados había escrito su testamento”.

“Al Qaeda se hizo responsable de los atentados mediante un comunicado enviado el mismo día por las Brigadas de Abu Hafs al Masri al periódico en lengua árabe…”

“En la ejecución de los atentados del 11-M hay algunos individuos que fueron delincuentes comunes y es muy razonable inducir que en su preparación intervinieron miembros prominentes del GICM”. 

1.- “Los atentados suicidas difieren de otras acciones terroristas porque sus ejecutores están determinados a morir ellos mismos para mejor matar a otros.…”

2.-“Hablamos de terroristas decididos a asesinar premeditadamente…sin preocupación por cómo huir del lugar de los hechos una vez realizado su cometido.”

3.- “¿Hay algo más que fanatismo religioso detrás de la inquietante realidad de los terroristas suicidas? El mensaje escrito que dejó tras de sí Mohammed Atta, líder de los secuestradores del 11 de Septiembre, exhibe el mismo convencimiento del cual dejan fe grabada en vídeo los adolescentes o veinteañeros palestinos, en su gran mayoría varones, que … hacen estallar explosivos adosados a su cuerpo”. 

4.- “…Acaban persuadidos de convertirse en mártires.... Convencidos además de que durante su ejecución no hay dolor físico y tras fallecer se asciende de inmediato a un paraíso glorioso. Un lugar que les han descrito atravesado por ríos de leche y vino, abundante en lagos de miel, donde disfrutarán de setenta y dos vírgenes, verán el rostro de Alá y podrán reunirse con familiares predilectos”.

Aunque las contradicciones saltan a la vista, no estará de más  al autor, experto en terrorismo:

¿Pero no decía que los terroristas suicidas morían matando, no necesitaban escondites y tras su inmolación vendría “la recompensa”? Si fueron “trece” terroristas, uno por bomba, ¿No encontró Al Qaeda ningún voluntario para el suicidio? Ni se adosaron explosivos al cuerpo, ni se fotografiaron ni se grabaron en vídeo, cuando la publicidad de sus actos es la mayor propaganda de la causa,  ni se rasuraron, ni… y encima se buscaron dos lugares para ocultarse, Albolote y Leganés. ¡Qué poco parecido con lso auténticos!

¿Era el “nuevo blanco” la falsa bomba del AVE, preparada para no explosionar? ¿De verdad que fabricaron semejante chapuza los mismos autores de la masacre? 

Si se refiere con las cartas-testamento al “escrito de Abdenabi Kounjaa”,  debería haber añadido lo que la Sentencia del 11-M dice:
“La atribución del documento en cuestión a Kounjaa está probada por la pericial caligráfica unida a los folios 25176 de la pieza principal que determina que la firma es suya, sin poder extraerse conclusión alguna en cuanto al cuerpo de escritura al carecerse de una muestra indubitada”. (página 693).

¿Será la otra carta un breve  manuscrito sin firma, de alguien que quiso convertirse en mártir, sin tiempo para poner su nombre, que se dedicó a disparar ráfagas con el Sterling sin huellas? ¿No sería del mismo que llevaba "los pantalones del revés"?

El  episodio de Leganés parece un suicidio pasivo, sin lucha. No se quitaron la vida cundo  llegó la policía: desde las 14 a las 21 pasaron 7 horas. ¿Por qué asaltaron los GEO el piso nada más llegar y sin deliberar. ¿Alguien puede creerse que no se suicidaron en los trenes, esperando otra ocasión de “hacer mayor daño” y luego se suicidan siete para matar a uno?

La Brigada de Abu Hafs al Masri  reivindicó los atentados del 11-M, aunque luego quedó desacreditado, "así como el doble atentado de Estambul en noviembre de 2003, contra intereses británicos, que causó la muerte de 25 personas”. ¿Era fiable esa fiable la reivindicación? Especialistas en islamismo, reconocieron que no habían hecho  gestiones en otros países sobre las actividades del grupo Abu Hafs.  En la Sentencia del 11-M, ni aparece…

11 de marzo de 2013

Fernando Reinares y los terroristas suicidas: antes y después del 11-M


Fernando Reinares es “Catedrático de Ciencia Política en la Universidad Rey Juan Carlos y miembro de la relación de expertos de la Subdivisión de Prevención del Terrorismo en Naciones Unidas. Su último libro es Terrorismo global (Taurus). Recientemente ha sido  elegido director académico de la International Counter Terrorism Academic Community. Es  investigador principal de terrorismo internacional en el Real Instituto Elcano y colaborador de Survival, la revista del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Londres. Gracias al Woodrow Wilson Center de Washington, prepara un libro titulado Operación trenes de la muerte. El 11-M y la conexión Al Qaeda". Esta es su carta de presentación y la referencia que aparece al final de sus artículos publicados en el diario El País. Con estos antecedentes  pocos dudarán de su alta cualificación en este asunto del terrorismo islamista.

Recientemente ha aparecido una noticia que ha recordado lo que Reinares decía hace algunos años y que servirá de introducción al análisis de un artículo suyo,  publicado en 2003. Constataremos la coincidencia en los mensajes y en  las conclusiones.


Y así continúa, no estando todos de acuerdo: "El Consejo de los Ulemas de Afganistán ya ha manifestado su rechazo a estas declaraciones y ha recordado que los atentados suicidas están prohibidos por el Islam. "Pakistán tiene la bomba atómica, así que ¿por qué están perpetrando atentados suicidas? Los atentados suicidas están prohibidos en la religión islámica".

Recojamos ahora algunos de los párrafos del artículo de Reinares, escrito en 2003 y casi un año antes de los atentados del 11-M, “¿Qué hay detrás del terrorismo  suicida?”  (Se recomienda su  lectura total, por el interés que pueda tener en una comparativa con trabajos suyos posteriores).

 1.- “Los atentados suicidas difieren de otras acciones terroristas porque sus ejecutores están determinados a morir ellos mismos para mejor matar a otros. Si fueran meros suicidas,.., quizá optarían por quitarse la vida sin tratar de arrebatársela a otras personas…”. Conclusión: El objetivo es matar muriendo, que es lo que da sentido a su propia muerte.

2.-  “Hablamos de terroristas decididos a asesinar premeditadamente. Son la bomba ideal, dotada con una inusitada capacidad para acertar en el blanco y sin preocupación por cómo huir del lugar de los hechos una vez realizado su cometido". Conclusión. Son un arma humana segura. Matan sin   preocuparles nada posterior al atentado. No necesitan un lugar para esconderse ni para cobijarse ni para ocultarse.

3.- “¿Hay algo más que fanatismo religioso detrás de la inquietante realidad de los terroristas suicidas? El mensaje escrito que dejó tras de sí Mohammed Atta, líder de los secuestradores del 11 de Septiembre, exhibe el mismo convencimiento del cual dejan fe grabada en vídeo los adolescentes o veinteañeros palestinos, en su gran mayoría varones, que … hacen estallar explosivos adosados a su cuerpo”. Conclusión. Su fanatismo religioso les impulsa a dejar constancia escrita o visual (vídeo grabado) de los actos que van a cometer para conocimiento de todos. Ellos son conscientes de lo que van a realizar y quieren que los demás lo sean de lo que ellos hacen.

4.- “Pero uno y otros acaban persuadidos de convertirse en mártires, de comprometerse a realizar un acto sacramental acorde con determinada interpretación extraída de textos religiosos y el parecer de ciertas autoridades clericales. Convencidos además de que durante su ejecución no hay dolor físico y tras fallecer se asciende de inmediato a un paraíso glorioso. Un lugar que les han descrito atravesado por ríos de leche y vino, abundante en lagos de miel, donde disfrutarán de setenta y dos vírgenes, verán el rostro de Alá y podrán reunirse con familiares predilectos”. Conclusión. Influidos por una “interpretación de sus libros sagrados” (no unánime) y por ciertas autoridades clericales fanáticas  quieren convertirse en mártires y recibir la recompensa mediante el disfrute en el otro mundo.

5.- “Sin embargo, el suicidio como tal se encuentra estrictamente prohibido por el islam y de acuerdo con esta religión quienes lo cometen no acceden a paraíso alguno. Ahora bien, siempre según una noción de este mismo credo, perder la vida en situación de yihad, más concretamente en combate dentro de una guerra santa contra los que se define como impíos o enemigos de la comunidad de los creyentes, proporciona ese acceso privilegiado al paraíso…”. Conclusión. Quizás sea éste uno de los párrafos más importantes para comprender el tipo de suicidio de los terroristas,  estrictamente prohibido por la religión musulmana. Los suicidas no podrán ir al paraíso, ni podrán disfrutar de las huríes, a no ser que pierdan la vida en una situación de “yihad”  contra los infieles a los que  intentan matar. Además, deben ser autoridades religiosas musulmanas quienes confieran esa categoría de guerra santa y de mártires, lo que conlleva una relación profunda con el  fundamentalismo musulmán.

6.- Un conocido responsable de la Yihad Islámica reconocía: "No poseemos el armamento de que dispone nuestro enemigo. No tenemos aviones, misiles, ni siquiera un cañón con el que podamos luchar contra la injusticia. El instrumento más efectivo para infligir daño y perjuicio con el mínimo posible de pérdidas es el de las operaciones de esta naturaleza. Este es un método legítimo, basado en el martirio. El mártir recibe el privilegio de entrar en el paraíso y se libera del dolor y la miseria". Conclusión. El terrorismo suicida es considerado una forma de lucha ideal para ellos. Con un mínimo de pérdidas humanas y materiales ocasionan grandes desastres, y hasta un pánico infernal en los enemigos. Además, el suicida se libera de este mundo y va al paraíso.

7.- “…los atentados suicidas constituyen antes una sopesada estratagema terrorista de relativo bajo coste que un imperativo de la guerra santa. …la exhibición de mártires pertenecientes al propio bando adquiere luego gran importancia propagandística”. Conclusión. Este tipo de terrorismo es una estrategia diseñada para conseguir propaganda y banderín de enganche con un bajo coste, siempre que se cuente con  suicidas dispuestos.

8.- “Además de muy letal, el terrorismo suicida resulta por lo común altamente indiscriminado…Reducir al mínimo asumido de una, dos o quince las bajas propias y maximizar las pérdidas infligidas al enemigo implica que en los atentados suicidas perezcan gentes de toda edad y condición.”. Conclusión. Es un terrorismo indiscriminado hacia todo tipo de población. Cuantos más muertos haya, mejor cumplido estará su objetivo. Con muy pocos suicidas pueden conseguir decenas de muertes, y más daños colaterales de los previstos.

El análisis realizado  por Fernando Reinares  en mayo de 2003 sobre el terrorismo suicida puede considerarse acertado, y refleja la realidad del observador que lo ve con la   objetividad de un notario levantando acta  de unos hechos. ¿Aplicará Reinares este mismo método de análisis cuando escriba después sobre los atentados del 11-M? Lo veremos.

“¿Hubo terroristas suicidas en los trenes de la muerte de Atocha?”,  se preguntará una persona desinformada, pero con las ganas suficientes de saber la verdad. Quizás alguien le responda preguntando ¿Por qué pretendieron desde la SER, Gabilondo y otros,  mantener el bulo de los suicidas, y Zapatero se encargó de propalarlo? La verdad es que  aquellos pretendidos terroristas suicidas, rasurados y cubiertos con diversas capas de blancos ropajes y dispuestos al viaje definitivo hacia el paraíso hubiera sido la prueba del nueve de unos supuestos atentados del fanatismo islamista…Pero jamás los hubo.


6 de marzo de 2013

Cuando el tribuno Catón exigió rendir cuentas al guerrero Escipión

Marco Porcio Catón  fue un honrado militar, político y escritor romano, de una familia plebeya nunca dedicada la cosa pública, que vivió estoicamente su juventud en su granja. Quiso el azar que un viejo senador jubilado, Valerio Flaco, harto de la corrupción de Roma,  se estableciera cerca de su propiedad,   compartieran su visión de la vida, y apreciara en el joven su profundo amor a la tierra y a la cultura. Sorprendentemente,  leía a los clásicos y con ellos aprendió a hablar y a escribir con un estilo contundente y envidiable. Valerio Flaco le animó a hacerse abogado y ejercer de ello en Roma, como trampolín para la política. Gracias a la influencia del senador  y a su propia valía, Catón ascendió y destacó en las diversas etapas del “cursus honorum”: cuestor, edil, pretor, cónsul, tribuno y censor.


Se distinguió en la vida militar a la que acudía desde sus cargos civiles. En realidad,  le gustaba más el ejército que el Foro y el Senado, ya que en el primero encontraba la disciplina que él consideraba la madre de las demás virtudes. Sus soldados le consideraban un general tacaño, pero le querían porque iba a pie como ellos, combatía valientemente y tras la victoria,  repartía  la parte estipulada  del botín, entregando el resto al Senado,   sin guardarse nada para él. Ésta que fue la regla general hasta las guerras púnicas, se convirtió después casi en una excepción.

Al Gobierno de Roma no le importaba demasiado la parte del botín que el vencedor se quedaba, siempre que la entrega fuera suculenta. Cuanta más riqueza llegaba a Roma, más se hundía la honradez de magistrados y militares. Quiso Catón impedir esas corruptelas, empeñando su reputación en tan encomiable empresa, a pesar de estar abocado al fracaso. Indro Montanelli, en su obra “Historia de los griegos. Historia de Roma” nos cuenta este episodio:
“En 187, cuando era tribuno, pidió a Escipión Emiliano y a su hermano Lucio, que regresaban vencedores de Asia, que rindiesen cuentas al Senado de las sumas pagadas como indemnización de guerra por Antíoco. Era una petición perfectamente legítima, pero que sorprendió a Roma porque ponía en entredicho la corrección del triunfador de Zama, que, en realidad, estaba por encima de toda sospecha. No se comprende bien qué impulsó a dar aquel paso a Catón, que no podía ciertamente ignorar la integridad del Africano y su inmensa popularidad. Tal vez quiso simplemente restablecer el principio, que estaba cayendo en desuso, de que los generales, cualesquiera que fuesen su nombradía y sus méritos, debían rendir esas cuentas; ¿o tal vez fue por una violenta antipatía hacia el clan de los Escipiones, esteticistas, helenizantes y modernistas?...

Acaso una y otra cosa. Como fuere, el pretexto coligó contra quien presentaba la petición, a aquella oligarquía de familias dominantes que, en el ámbito de la aristocracia senatorial, detentaba prácticamente el monopolio del poder…

El Africano, aun cuando herido en su orgullo, se disponía a responder. Pero su hermano Lucio se lo impidió. Y, sacándose de la cartera los documentos que comprobaban las percepciones habidas y los pagos correspondientes, los hizo pedazos delante del Senado. Por este gesto fue llevado ante la Asamblea y condenado por fraude. Mas el castigo le fue ahorrado por veto de un tribuno, un tal Tiberio Sempronio Graco… El héroe de Zama fue convocado a la Asamblea para ser sometido a juicio. Interrumpió el debate invitando a los diputados al templo de Júpiter para celebrar el aniversario de su gran victoria, que caía precisamente en aquel día. Los diputados le siguieron y asistieron a las funciones que allí se celebraron. Mas,  de vuelta en el Parlamento, convocaron de nuevo al general. Éste se opuso a ello y, amargado por aquella insistencia, se retiró a su villa de Liternum, donde permaneció hasta la muerte. Sus perseguidores le dejaron finalmente en paz. Pero Catón deploró, justamente, que por primera vez en la historia de Roma los méritos de combatiente de un acusado obstaculizaran la justicia, y en este episodio denunció el primer vislumbre de un individualismo que pronto corrompería la sociedad con el culto del héroe y había de destruir la democracia. Los hechos se encargarían de darle la razón.”

¿Cómo podremos explicarnos  los sucesivos triunfos de Catón en las urnas estando enfrentado  a las familias aristócratas y a las mafias del poder establecidas? Se granjeó conscientemente numerosos enemigos, y a pesar de no ser querido,  su honestidad, su honradez y su vida sencilla en aquel ambiente de molicie, de gastos superfluos y corrupción, eran la voz de la conciencia  de los romanosCatón representaba lo que los ciudadanos de Roma  debían ser y no eran, y posiblemente desearan ser sin conseguirlo. A pesar de detestarle por enseñarles sus vicios y mostrarles con su ejemplo el camino a seguir, le respetaban y le daban sus votos porque sabían que con ellos luchaba contra los corruptos y sus vicios.

Durante su última etapa vivió obsesionado con la destrucción de Cartago, al considerar que su progreso era  un peligro para Roma. Por eso, dentro y fuera del Senado repetía una y otra vez: “Ceterum censeo Carthaginem esse delendam” ("Por lo demás, opino que Cartago debe ser destruida"). Y así promovió la Tercera Guerra Púnica con su “Delenda est Carthago”, muriendo cuando el Senado romano había decidido enviar al último Escipión “ad delendam Carthaginem”, cuya destrucción de poco sirvió para  mejorar la vida y costumbres de los romanos. La vida pública de Catón se terminó cuando, harto de tanto esfuerzo inútil contra  la corrupción, se retiró a su sencilla vida campestre y a escribir sus libros, y no cuando otros quisieron.

Con estas referencias de la Historia, ¿Podríamos preguntarnos dónde se alberga hoy en España algún Catón  que pida rendir cuentas a los innumerables Escipiones  sobre sus ingresos, sus gastos y sus despilfarros?

¿Y dónde están los Catones  de hoy que clamen y repitan por doquier “Ceterum censeo corruptelam esse delendam”  para que esta sufrida sociedad española interiorice y defienda ante tantos vulgares Escipiones modernos  su nueva consigna “Delenda est corruptela"? ¿Quedará alguien que cubra esa corruptela con  montañas de sal que eviten vuelva a aparecer sobre el suelo patrio?

1 de marzo de 2013

Pemán cuenta el “enfrentamiento” entre Unamuno y Millán Astray


En el capítulo anterior “¿Se habría callado hoy Unamuno frente a la corrupción cuando no lo hizo ayer ante Milán Astray?” traté de entroncar la actitud que  el rector salmantino  tuvo frente al fundador de la Legión Española y de Radio Nacional de España, así como  su compromiso personal de no callar ante unos hechos que él consideraba indignos y nuestro silencio resignado de hoy frente a la corrupción manifiesta, lo que significa “aquiescencia”  con ella y comprensión con sus hacedores y beneficiarios. ¡Incluso  los apoyamos con el voto!

Sin embargo, mi objetivo se alteró al introducir un avispado lector  dudas importantes sobre la veracidad del relato de Hugh Thomas. De acuerdo con mi  comentario  expuesto  en la entrada anterior intenté recuperar el artículo “La verdad de aquel día”, publicado en ABC el 12 de octubre de 1964 (cita de Hugh Thomas). El reto no era difícil en un principio: sacarlo de la hemeroteca digital de ABC. Pero algo extraño pasaba: ni en el día señalado  ni en los anteriores o posteriores aparecía la publicación deseada. Tras algún tiempo de búsqueda infructuosa, pude dar con él en otra fecha muy distinta, el 26 de noviembre de 1964. A continuación podremos leer el texto del artículo de Don José  María Pemán  y compararlo con el pasaje de Hugh Thomas:

La verdad de aquel día
He recibido por correo un recorte de un periódico titulado «Prensa libre», que se publica, por lo visto, en América, donde se contiene un artículo con el título «Un episodio de la España franquista en Salamanca». Se refiere a un episodio ocurrido en la celebración del Día de la Hispanidad en la Universidad salmantina el 12 de octubre de 1936, y cuyo protagonista fue don Miguel de Unamuno. El relato no contiene casi una línea que se ajuste a la verdad histórica. Yo me apresuro a suponer que no se trate de mentiras urdidas de intento, sino de errores debidos a la deficiente información, al tiempo transcurrido y a la pasión. Y hasta esto último lo disculpo. En todo diálogo de español exiliado y español en España la obligación de serenidad y ecuanimidad hasta la inocencia está de parte del que escribe desde España. Yo no sé si llegaría a la mentira, pero sí llegaría a la hipérbole y a la trampa si, estando fuera, con ello creyera que podía aligerar el recobro de ese supremo privilegio que es vivir en su Patria.
Ni me predispone a la pasión polémica la estampilla que trae el recorte y que indica que lo remite no sé qué entidad «antifascista». Yo tampoco soy fascista, ni lo era José Antonio Primo de Rivera, que se negó a ir al Congreso fascista de Montreux.
Ya ve el periodista de «Prensa libre» que hablo desapasionadamente. Le hablo hasta con la emoción que me produce todo compatriota que permanece en tozuda lejanía. Pero me parece que, como evidentemente, el articulista querrá elaborar su apostolado sobre certezas y no sobre mentiras, puedo ayudarle con la rectificación total del fantástico relato que hace de la sesión salmantina. Puedo hacerlo, bajo mi honor y mi palabra, con la autoridad de quien estaba bien cerca del jolgorio, pues el profesor Maldonado y yo acabábamos de pronunciar los discursos de la sesión; por cierto personalmente invitado, por mi parte, en telegrama que desde Salamanca me envió a Cádiz don Miguel de Unamuno.
La versión fantástica empieza por suponer que Millán Astray pronunciara un discurso en ese acto «después de las formalidades iniciales». Supongo que esas formalidades iniciales se refieren a los discursos de Maldonado y yo que eran todo el programa del acto. El que lea el artículo se creerá que se trataba de una conferencia de Millán a la que Unamuno replicó con gallardía. No hay tal cosa. Nosotros, Maldonado y yo, hicimos dos oraciones puramente universitarias de Hispanidad. Al acabar nosotros, sin que Millán, que estaba en el estrado como público, hubiera dicho ni pío, se levantó don Miguel: cosa que a nadie extrañó, pues presidía y bien podía cerrar el acto.
No recuerdo exactamente lo que dijo en los pocos minutos que habló: aunque desde luego no creo que dijo una palabra de lo que pone el artículo; por la sencilla razón de que esa referencia toda viene a ser como una respuesta a Millán Astray, cosa imposible puesto que éste no había hablado. Desde luego sí recuerdo que el discurso fue objetante para varias cosas de las que andaban en curso en aquellos días exaltados. Recuerdo que combatió el excesivo consumo de la palabra «Anti-España»; que dijo que no valía sólo «vencer», sino que había que «convencer». La frase sobre el catalán y el vasco que dice la referencia sí creo es cierta, pero de ningún modo como una réplica a nadie, y menos a Millán que no había hablado.
Cuando terminó y se sentó, se levantó, como movido por un resorte, el general Millán Astray, inesperada y para mí innecesariamente. Su pasión era justificable en la atmósfera bélica que nos rodeaba; y no había que exigir al general que se comportase en aquel instante como un pulcro universitario.No fue discurso. Fueron unos gritos arrebatados de contradicción a Unamuno. No hubo ese «muera la inteligencia» que luego se ha dicho y que denuncia claramente su posterior elaboración culta. El general mutilado, mal podía darle a su «muera» el sentido cultural y técnico de increpar la «Inteligentzia» como posición y grupo; de dar el «muera» se hubiera referido a la inteligencia como facultad personal, cosa de la que no venía al caso abominar y que estoy seguro que él mismo creía poseer. Lo que dijo fue «mueran los intelectuales»... Hizo una pausa. Y como vio que varios profesores hacían gestos de protesta, añadió con un ademán tranquilizador: «los falsos intelectuales traidores, señores».
Terminó los gritos, que no llegaron a un minuto, diciéndole imperativamente a don Miguel: «Y ahora dé el brazo a la señora del Jefe del Estado». Don Miguel se levantó y le dio el brazo a doña Carmen Polo que presidía, y con ella salió del salón.
Por cierto -y ello demuestra que el ambiente no era tan arrebatado como pinta el artículo- que yo, que tenía prisa porque regresaba a Andalucía, me adelanté a despedirme de Unamuno cuando éste venía aún por el estrado; y él me dio la mano desprendiéndola un instante de la señora de Franco, a la que en seguida volvió a dar el brazo.
No creo que sea cierto que estuvo arrestado en casa, ni siquiera que no saliera de ella. Yo, como he dicho, me fui de Salamanca; pero tengo entendido que don Miguel fue luego aún alguna tarde al casino.
Eso es todo. Supongo que le interesará la verdad al articulista, pues no puedo creer que sólo en el engaño cifre sus esperanzas. En otro lugar del periódico se lee un «viva la República». Nada tengo que objetar si esa es la idea de sus redactores, pero no creo que deseen que viva del cuento. En realidad, quizá el profesor Maldonado y yo tuvimos un poco la culpa de todo. Nuestros dicursos, sin política, de pura Hispanidad, en aquellos días calientes, levantaron tempestades de aplausos. Ni Unamuno ni Millán Astray eran hombres a los que les gustara pasar inadvertidos en una sesión en la que hubo, con tanta abundancia, ovaciones y entusiasmos. Los dos estaban acostumbrados a exponer el pecho a cuerpo limpio, el uno a las ideas contrarias y el otro a las balas enemigas... Eran dos españoles. Dios los tenga en su gloria, en el lugar que reserva a los santos y mártires de la vehemencia española. JOSÉ MARÍA PEMÁN
Como puede comprobarse, poca semejanza guardan los dos relatos. ¿Cuál de ellos tiene razón y se ajusta más a la verdad de lo sucedido?
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NOTA: Aún nos quedaría por analizar la narración de Emilio Salcedo en “La vida de don Miguel”, citado también por Hugh Thomas. Será importante reunir los cuatro relatos  relatos, incluido el de Gabriel Jackson,  aportado por "Al sur de Castilla",  por  rigor intelectual y por la averiguación de la verdad  histórica. ¡Quizás nunca la lleguemos a saber y el tiempo lo borre de nuestras memorias, pero lo que hoy escribamos otros podrán leer !