He leído un artículo de Ramón Pi, corto pero sustancioso por un par de ideas novedosas que aporta. Lleva por título “Injusticias electorales”, y con sólo dos palabras pretende demostrar que el complejo sistema electoral español es beneficioso para unos y perjudicial para otros. Cree, y muchos de nosotros también, que ni los dos grandes partidos (el bipartidismo decadente) ni los nacionalismos (restos atávicos de feudalismo trasnochado) harán nada por cambiarlo, a pesar de nuevas presiones populares emergentes. Aunque, en verdad, él plantea otro escenario.
Creo yo, en cambio, (posiblemente otros también lo hagan) que nos han colocado una especie de señuelo con intención de distracción y debate: listas abiertas o desbloqueadas que no resuelven en absoluto el problema de un déficit de democracia participativa, porque serán las “nomenclaturas” de los partidos quienes tengan el poder de colocar a los candidatos, y hasta en el orden deseado. ¿Qué lo mismo nos dará a los votantes elegir entre cuatro o catorce mediocres (siempre hay alguien válido) si no puede hacerlo por alguien mejor?
Más importante y decisivo que la elección mediante listas abiertas es el modelo de circunscripción. Cuando son abundantes y pequeñas, es mucho más fácil conocer a los candidatos y exigir responsabilidades al elegido. En caso de descontento, en la próxima campaña tendrá la respuesta.
Estoy seguro de que a los partidos políticos no les importará demasiado introducir listas abiertas o desbloqueadas mientras puedan controlar a sus integrantes, pero no serán proclives a la multiplicación de distritos, porque se abriría la competencia de candidatos libres y no adscritos, y ajenos a la obediencia del jefe. Dicen los políticos profesionales que siempre piensan en los ciudadanos pero jamás se preocupan por saber lo que los ciudadanos piensan, con lo fácil que resultaría preguntarles si prefieren elegir a personas concretas y conocidas o a lejanos desconocidos en una lista cerrada (o desbloqueada) y puestos a conveniencia de la cúpula.
Para Ramón Pi la “injusticia electoral” no se basa en lo anterior, que ni siquiera se lo plantea y se aproxima más al concepto de “legitimidad electoral”, sino en los premios de la Ley D´Hont:
“Otra cosa son las injusticias que se producen entre los partidos nacionalistas (que resultan premiados por la ley D’Hondt al estar entre los dos primeros en las pocas circunscripciones en que se presentan), y los partidos menores de ámbito nacional, que obtienen muchos más votos en total pero son fuertemente castigados en la atribución de escaños. Eso ocurre con IU, que con más de medio millón largo de votos que CiU obtuvo en 2011 cinco escaños menos –11 frente a 16–, o con UPyD, que con más del triple de votos que el PNV, obtuvo los mismos 5.”
Reconocido el problema, ofrece una ingeniosa solución que elimina “injusticia” y su consecuente chantaje:
“Ni los grandes partidos (PP y PSOE), ni sobre todo los nacionalistas, querrán modificar la situación actual. Y tienen muy buenas razones para este inmovilismo. Porque para acabar con estas injusticias bastaría un artículo muy breve, que exigiera haber superado el 3% al menos en las circunscripciones de dos terceras partes del país para optar a tener representación en el Congreso. Así los nacionalistas tendrían que ir al Senado, que para eso es la cámara territorial. Y se acabaron, además, los chantajes parlamentarios”
Como podemos ver, Ramón Pi requiere cambios en el número de circunscripciones (provincias establece la C.E.) a presentarse para poder optar al Congreso de los Diputados. Puestos a pedir y cambiar, ¿Qué tal el distrito único, concepto más claro que “dos terceras partes de provincias”?
Al final nos parece más un “apaño electoral” que mantiene el actual tinglado que una “injusticia electoral”: bipartidismo y ración de tarta para los nacionalistas, aunque conlleve muchas veces ración añadida de chantaje y privilegios. ¿Y por qué no plantear de una vez por todas y de forma clara a los electores qué sistema desean? Ya sé que es pura utopía, pero no está nada mal soñar y pisar algún callo…
Las personas nacemos en el seno de una familia, en un municipio, nadie nace en un partido político.
ResponderEliminarLa democracia es el gobierno del pueblo, mediante la voluntad expresada por el pueblo.
España erróneamente a lo que expresa la Constitución, no es una monarquía parlamentaria, es un monarquía partitocrática, hilando fino, diríamos una partitocracia de secretarías generales.
El sufragio universal está prostituído, si me permiten la expresión, cualquier ciudadano no puede presentarse a los comicios electorales sino ha demostrado ductibilidad al jefe de su partido, y, los electores sólo pueden elegir a los privilegiados cooptados por los democráticos aparatos de las organizaciones políticas.
La verdadera democracia existiría si el sistema garantizara que la persona que lo desee se presente al plebiscito, y, el pueblo pudiera votar a los candidatos que quisiera.
Esto supondría el fin de parte del actual sistema, y el comienzo de la regeneración democrática.
Hilando fino, ¿ son necesarios los partidos políticos?, ¿son imprescindibles los partidos políticos?. Dar respuesta a estas preguntas, y otras que se suscitan, requeriría escribir un tratado, este no es el caso.
ResponderEliminarDescendiendo a lo practico podríamos afirmar: en ocasiones, la intervención de los partidos políticos no garantiza la verdadera voluntad y representatividad del pueblo, es más, la distorsiona.
En Aranda nos conocemos todos, conocemos las virtudes de los actores políticos. La cercanía entre representante público y pueblo soberano es virtud, en el caso de los servidores públicos, y talón de aquiles, en el caso de políticos profesionales que anteponen sus intereses personales, los de sus amiguetes, y otros inconfesables..., a digna defensa de la res pública.
Un sistema electoral que permitiera en la contienda electoral la presentación de candidaturas de electores abiertas y desbloquedas, en comicios en los que los partidos políticos no concurrieran, ¿acaso no es más democrático que las listas que cocinan los partidos?.
P.D. En el próximo comentario podríamos analizar las veleidades del sistema, que incluso permite que un candidato alcance el poder, sin ni siquiera haber pedido el voto a los electores, curioso.
De acuerdo con estos dos comentarios buenísimos y con el administrador del blog porque han puesto el dedo en la llaga de los problemas democráticos que arrastramos porque nos hemos dejado arrastrar por comodidad o por conveniencia sin rechistar y sin sacar los colores a los políticos. Que me dan igual unos que otros, que todos van a lo mismo que es buscarse un buen puesto y a vivir para siempre de eso.
ResponderEliminarPor supuesto que dependemos de los partidos políticos porque a ellos les ha puesto la Constitución para que organicen democraticamente la vida política y la vida social de los españoles pro no lo están haciendo bien y se están aprovechando como si fueran los servidores de un monopolio.
Se tiran los trastos a la cabeza para aparentar de que existen formas diferentes de enfocar los problemas, pero ya no les creemos porque al final siempre van a los mismo , a vivir bien.
Sería posible vivir en Aranda sin partidos políticos y organizar las elecciones municipales sin ellos? Seguro que lo hacian mejor unos ciudadanos libres de cargas y obligaciones, sin jefes que les nombran que lo que tenemos.
"El sufragio universal está prostituído, si me permiten la expresión, cualquier ciudadano no puede presentarse a los comicios electorales sino ha demostrado ductibilidad al jefe de su partido, y, los electores sólo pueden elegir a los privilegiados cooptados por los democráticos aparatos de las organizaciones políticas." ¡Qué gran verdad lo que dice el primer comentario!¡Y qué gran pena que uno tenga que liarse en un partido y ser muy bueno bueno bueno y nada problemático si quiere ir en la lista!
ResponderEliminarHilando fino, los partidos políticos tienen el monopolio de la voluntad del pueblo, en cierta medida el status puede variar en circunscripciones pequeñas, principalmente en municipios.
ResponderEliminarEn Aranda de Duero una candidatura de arandinos comprometidos con Aranda, honestos y de acreditada solvencia, sin gran dificultad podría desestabilizar a los políticos locales.
Sin poner nombres sobre la mesa, ¿qué políticos de Aranda tendrían alguna posibilidad de ganar las elecciones municipales sin el paraguas de las siglas políticas?, seguramente ninguno, votamos partidos, siglas, imagen, entelequias de ideologias desvirtuadas por politicos de ética caediza, los partidos mayoritarios ganan elecciones pongan a quien pongan en sus candidaturas, da igual, percherón que podenco, a los hechos me remito.
Sinceramente, una candidatura fiable sin marca de partido, sin servidumbres a la obediencia debida podría tener buenos resultados.
Las organizaciones políticas a toda costa pretenden aniquilar a la sociedad civil y lo consiguen. Sin embargo, a unos ciudadanos bien organizados, coherentes, que sepan de lo hablan, que sean valientes para llamar al pan, pan, y, al vino, vino, con ellos no podrían.
Los políticos se volatilizan en una sociedad libre, su caldo de cultivo carece de oxigeno para vivir en libertad. Frente a la palabra honesta de los ciudadanos, los políticos pierden la partida.
La verdad, la razón, el bien público defendido por ciudadanos es un valor que puede padecer por los ataques de los señores del poder, pero nunca perecerá.
Es posible: "Arandinos por Aranda".
"Arandinos por Aranda". Yo apoyaría gustosamente esa iniciativa y de acuerdo con el comentario de arriba. Merece la pena intentarlo ya que los partidos como están ahora no sirven de nada. Adelante y que se pongan algunas cabezas visibles porque hay tiempo para las próximas.
ResponderEliminarYO TAMBIEN APOYARIA ESA CANDIDATURA DE ARANDINOS POR ARANDA, Y QUE SE J.DAN LOS PARTIDOS DE CHUPONES
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