En la entrada anterior nos aproximamos al devenir de la reciente huelga de limpieza viaria de Madrid, para cuyo relato se mostraban enlaces de diversos medios de comunicación. Pero el objetivo prioritario, más que la huelga en sí, era otro distinto: analizar el artículo “Lo público. Se privatiza la limpieza y las empresas, que reciben menos dinero por hacerla, bajan los sueldos y echan a una parte de la plantilla de sus trabajadores.” (Jorge M. Reverte), en el que el autor reflejaba su defensa de “lo público en los servicios” contra “las privatizaciones ideologizadas” que de ellos hace la derecha del PP, y en este caso concreto la madrileña. Casualmente, se olvidaba mencionar que la izquierda también privatiza cuando toca poder, y curiosamente, también los servicios de limpieza, con diferente o peor fortuna. Aún mucho peor, ¿Por qué no recuerda el caso de las contratas irregulares de limpiezas del Ayuntamiento de Madrid que al concejal socialista Alonso Puerta le costó la expulsión del PSOE (1)? Malo es emplear dos varas de medir para el mismo caso, según la ideología del medidor, porque resta credibilidad y respeto a quien así argumenta.
Para completar el estudio anterior, hoy podemos añadir el caso de LIMASA, la empresa mixta de limpieza del Ayuntamiento de Málaga, en la que también sonaban tambores de huelga. El Ayuntamiento malagueño tiene el 49% mientras que las empresas concesionarias (FCC, Urbaser y Sando) poseen el 51% restante. El problema se enconó cuando los empleados de LIMASA pretendieron mantener sus condiciones laborales, incompresibles para ciudadanos y políticos, incluso de la izquierda, y los socios de la empresa argumentaron con la imposibilidad de sostenerlas. Los criterios de contratación que deberían basarse en criterios de igualdad, capacidad y mérito, ni siquiera se aplicaban, para mantener así su estatus y sus condiciones laborales. Para una de las partes eran privilegios inaceptables y para la otra, condiciones irrenunciables. En vez de profundizar en un convenio justo con las retribuciones debidamente adaptadas a la función y preparación de cada cual, las amenazas de huelga y el chantaje de la basura fueron la respuesta…
De todo lo anterior, lo más difícil de comprender es que la negociación de un servicio, como los de la limpieza o basuras, termine en conflicto. Veamos:
a) Existe consenso total sobre la necesidad de un servicio de limpiezas.
b) Sabemos que ese servicio genera unos costes de personal, materiales y gestión.
c) También existe acuerdo sobre la necesidad de una tasa municipal a los vecinos que cubra los gastos del servicio y no sea deficitario.
d) Es de suponer que todos los Ayuntamientos tratan de repercutir de la manera más justa en los receptores del servicio (viviendas, establecimientos comerciales, etc…).
e) Es de justicia también que todos los que trabajan en el servicio cobren su salario de acuerdo con su cometido, preparación necesaria para realizarlo, dedicación y jornada laboral, independientemente de su pertenencia a una empresa pública o privada.
f) Si la gestión fuera correcta y transparente, no deberían crearse tensiones ni conflictos, ya que los costes totales de los servicios serían sufragados los ciudadanos perceptores mediante una tasa finalista y justa.
g) Sin embargo, cuando en esa tasa se quieren incluir impuestos para sufragar otros gastos diferentes, o la empresa adjudicataria o empleados quieren percibir mayores beneficios que los correspondientes al trabajo que hacen, aparecerá el problema. Como siempre, serán los mismos ciudadanos, inmersos en un fuego cruzado de intereses ajenos, quienes paguen los desencuentros de todos y la voracidad de unos u otros o todos a la vez, por un servicio que a veces no reciben, o lo reciben mal o a medias.
Y ahora volvamos al principio. ¿Por qué lo ideológico ha de primar so re lo pragmático? ¿Seguro que el ciudadano prefiere peor servicio a mayor coste, sea de la empresa pública o privada? ¡Andan un tanto desmemoriados los progres de hoy cuando ha no muchos años reían y aplaudían el sonsonete que el comunista Deng Xiaoping pronunció hacia 1960, "Blanco o negro, lo importante es que el gato cace ratones” y Felipe González repetía.
Seguramente nadie tenga problemas en admitir que si una empresa pública hace el mismo trabajo que una privada, a los mismos costes y con la misma calidad, sea ella la preferida. Pero, ¿realmente podrá ser así?
¿Por qué no se dignan una y otra parte en dar la información total y transparente de la situación real del servicio, con sus ingresos y gastos? Pensarán posiblemente que a los ciudadanos no les interesa saber lo que se hace con sus dineros. O sencillamente querrán que no nos enteremos de los grandes sacrificios de unos y otros. ¡Qué gran equivocación!
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(1) "Entre 1981 y 1983, la empresa Sellberg habría pagado comisiones al PSOE a cambio de la concesión de contratas municipales para la recogida de basuras en Madrid. Alonso Puerta (teniente de alcalde con Tierno Galván) fue expulsado de su cargo y del PSOE poco tiempo después de haberlo denunciado".