De la primera entrada de esta serie, “El Manifiesto de los Persas” y la segunda del día 2 de marzo, “Manifiesto Electoral Nacional” del Partido Popular, podemos extraer diferencias notables y llamativas coincidencias.
Los “Diputados Persas” firmaron nominalmente un documento colectivo que expresaba sus inquietudes y los deseos del pueblo al que decían representar y se lo comunicaron al Rey. Los “candidatos innominados” del PP asumen las directrices marcadas por las instancias superiores de su partido, elaboradas sin su participación, y se las muestran al pueblo a quien pretenden representar. Son dos actitudes diferentes que buscan el bien del pueblo sin contar con el pueblo, y consideran al pueblo como un mero sujeto pasivo.
La representatividad de los “Diputados Persas” resultaba ser más nominal que real, ya que no eran elegidos directamente por aquellos a quienes representaban. Los candidatos del PP son previamente seleccionados por los comités electorales del partido antes de figurar en las listas de votación. El grado de docilidad de los figurantes será, en muchos de los casos, un valor más determinante que el de su valía contrastada.
El estado de anarquía que se generaba entre los persas tras la muerte de su rey hacía que el pueblo llano deseara que la autoridad incuestionable del sucesor controlara los desmanes de los violentos. Se apelaba así al miedo que causaba el deterioro de la convivencia y se aseguraba una mayor fidelidad al nuevo monarca. “El Rey o el caos” era el mensaje subliminal que se enviaba a los habitantes del reino.
El recuerdo que de esta situación hacen los “Diputados Persas” no era casual, y aunque los dos años del liberalismo traído por la Constitución de 1812 no era para ellos equiparable al ejemplo puesto, se incitaba a que el pueblo español pidiera, y ellos en su nombre, la vuelta al Antiguo Régimen, al mundo del orden conocido y de las costumbres tradicionales vividas, al absolutismo borbónico…
Desde algunos párrafos del "Manifiesto Electoral Nacional del PP" hoy también se apela al miedo ante futuras y rompedoras actuaciones que puedan implantar en la sociedad española nuevos partidos, unos con nuevas ideas y otros con viejos experimentos. Desde nos queiren enviar, con un lenguaje moderno, un mensaje directo:
- “Apelamos a la conciencia de todos los ciudadanos para desoír populismos, cantos de sirena, soluciones demagógicas, reclamos y eslóganes propios del oportunismo político, que solo contribuyen a la destrucción de lo que con tanto esfuerzo hemos conseguido.
Insistimos en la necesidad de cuidar ese legado constitucional que, con las imperfecciones propias de toda obra humana, ha sabido operar una revolución silenciosa, pacífica, armónica, reformista, articulada desde la lealtad institucional y que hoy algunos se han empeñado en quebrar”. (Valor de la Constitución)
- “Reivindicamos el valor de la política reformadora, que amplíe las bases de consenso y la participación democrática dentro de los límites que señala el texto constitucional, el valor de la convivencia de la diversidad dentro de la unidad y el de una España plural con un proyecto común y colectivo, y la voluntad de permanecer unidos a pesar de las diferencias”. (Valor de la Política)
- “España es una gran Nación de ciudadanos libres e iguales, democrática, constitucional, diversa y respetuosa con la legalidad. Un país solidario e integrador, con vocación de proyectar al futuro tanto su fructífera convivencia a lo largo de la historia como los éxitos conjuntos alcanzados en nuestro actual marco de libertades”. “Apelan a la lealtad y la prudencia en la observancia de las reglas del juego constitucional, y a nuevos consensos y puntos de encuentro, con el mismo entusiasmo o aún mayor que el que pusieron de manifiesto los constituyentes de 1978”. (Construyendo el futuro).
Ante un presumible fin del cómodo bipartidismo, los “Aún no Candidatos” del PP apelan al centrismo de los votantes, avisándoles de la maldad del lobo de extrema izquierda, maldición surgida de los avernos, de la que ellos no han tenido culpa. La verdad es que no se han enterado de nada: ni de su origen ni de sus consecuencias ni de la forma de rebatirlo. Por no haber sabido poner remedio antes, se les puede aplicar el viejo refrán español “En el pecado llevan la penitencia”.
Si el PP se hubiera mantenido su ideología, sus principios y sus valores, y se hubiese dotado de un funcionamiento verdaderamente democrático y transparente, sin privilegios ni corrupciones, hoy no estarían mendigando votos ajenos ni buscando con un farol los suyos perdidos. Las advertencias están bien, pero con viaje de ida y vuelta.
Conviene destacar que el término “absolutismo” de los "Diputados Persas" referido a la “Monarquía absoluta” estaba en sintonía con la teoría política de Jean Bodin: el rey está “absolutus”, ”absuelto”, y no tiene que rendir cuentas de la acción de su gobierno a ninguna instancia superior (y menos a una inferior). El absolutismo propuesto no era ni despotismo ni tiranía, sino ese estado ideal en el que “los súbditos obedecen las leyes del monarca y el monarca las leyes naturales”, que decía Bodin.
Existe un cierto paralelismo entre el absolutismo monárquico y del absolutismo partidista. ¿Ante quién tiene que rendir cuentas Rajoy para nombrar los candidatos que él desea cuando él cree oportuno, sin la intervención de los afiliados (elecciones primarias)? ¿Qué diferencia hay entre ser “Rey por la gracia de Dios” y ser “Presidente por el dedo de Aznar”? ¿No es acaso semejante la acción de un Monarca absoluto ejerciendo el poder emanado de su persona hasta llegar al pueblo llano, que el llevado a cabo en el partido de arriba hacia abajo, sin tener en cuenta que la soberanía de un partido reside en sus afiliados como la de una nación en sus ciudadanos?
( 1815. La leyenda, en latín, afirma que Fernando VII es "rey de las Españas y las Indias" "por la Gracia de Dios" (Dei Gratia))
( 1815. La leyenda, en latín, afirma que Fernando VII es "rey de las Españas y las Indias" "por la Gracia de Dios" (Dei Gratia))
El concepto de Monarquía absoluta de los “Diputados Persas” puede resumirse en estos párrafos de su Manifiesto:
“La monarquía absoluta (voz que por igual causa oye el Pueblo con harta equivocación) es una obra de la razón y de la inteligencia: está subordinada a la ley divina, a la justicia y a las reglas fundamentales del Estado: fue establecida por derecho de conquista o por la sumisión voluntaria de los primeros hombres que eligieron sus Reyes…”. (Párrafo 134). Esa misma música se sigue oyendo en el partido: por conquista o por sumisión.
“Los más sabios Políticos han preferido esta monarquía absoluta a todo otro gobierno. El hombre en aquella no es menos libre que en una República; y la tiranía aún es más temible en esta, que en aquella….Es arriesgado que todo dependa de uno solo, sujeto a dejarse gobernar ciegamente; y es más infelicidad por razón opuesta, que todo dependa de muchos que no se pueden conciliar, por tener cada uno sus ideas, su gusto, sus miras, y sus intereses particulares…” (Párrafo 135). Parece que se sigue cumpliendo también hoy.
“Los Diputados manifiestan que sus deseos y las causas que los han impulsado son fruto de la rectitud que les ha conducido a dar este paso de sumisión a a la soberanía de Su Majestad.” (Párrafo 143). ¿Quién pone en duda la buena vountad de los Diputados de entonces y de los candidatos de hoy?
“La divina Providencia les ha confiado la representación de España para salvar su religión, su Rey, su integridad y sus derechos a tiempo que opiniones erradas y fines menos rectos se hallan apoderados de la fuerza armada, de los caudales públicos, de los primeros empleos, de la posibilidad de agraciar y oprimir, ausente V. M., dividida la opinión de sus vasallos, alucinados los incautos, reunidos los perversos, fructificando el árbol de la sedición, principiada y sostenida la independencia de las Américas, y amagadas de un sistema republicano las Provincias que representamos…” (Final y suplicatorio del Manifiesto).
La Divina Providencia de entonces hoy no lo es tanto, pero los efectos en representatividad son los mismos.
El absolutismo se impuso, pero no se aminoraron los problemas a los que tuvieron que enfrentarse los distintos Gobiernos de Fernando VII:
- Se creó inestabilidad y desgobierno al no poder confrontar ideas con los adversarios, carecer de diálogo y de los consensos necesarios.
- La “camarilla” de Fernando VII fue el gobierno en la sombra, y no el más acertado.
- Se incrementaron las dificultades económicas, con quiebra financiera y la bancarrota incluidas. Se generó un déficit insostenible por la falta de ingresos sin reducción de gastos, ya que ni la Nobleza ni la Iglesia pagaban impuestos por sus grandes posesiones., y cada vez llegaba menos oro de América por su incipiente Independencia.
- No faltaron los despilfarros como el sonado caso de la compra de ocho navíos de guerra a Rusia, para formar una fuerte flota a las colonias americanas. Los barcos llegaron a Cádiz en 1818, pero no fueron revisados y quedaron en puerto durante muchos meses. Cuando se los quiso mandar a América para sofocar el levantamiento de las Colonias, estaban podridos e inservibles, y se hizo otro agujero más a la economía española.
- Los privilegios de las altas clases sociales trajeron la corrupción, e incluso la evasión de los capitales al extranjero, de la que no se libró ni el mismo Rey, que “tenía antes de su muerte 500 millones de reales depositados en el Banco de Londres, al tiempo que la deuda nacional había aumentado durante su reinado en 1.745.850.666 reales.” (43. Fernández de los Ríos, Ángel (1880). Estudio histórico de las luchas políticas en la España del siglo XIX. p. 188.)
¿Nos recuerdan algo estas circunstancias? ¿Se siguen repitiendo? En los asuntos de corrupción no es posible que sin la anuencia y el amparo de unos, otros hayan hecho tanto daño a tantos que la sombra se haya generalizado. En el “Nº 3. Pacto por el Civismo” del Manifiesto Electoral del PP se habla de regeneración, pero se creerá en ella cuando veamos sus frutos, porque hoy por hoy, como dice la canción de Edith Piaf, “Rien de Rien”.
El dinerete que se llevó Fernando VII a Inglaterra era el preludio de fugas posteriores a Suiza. Y la compra de barcos rusos y su arrinconamiento en puerto hasta pudrirse era otro preludio de los aeropuertos de hoy y de otros despilfarros. ¿Continuamos en el siglo diciecinueve?
ResponderEliminarLa única manera de abordar la regeneración política es modificando la ley electoral y avanzar a un sistema de listas abiertas, en el que los ciudadanos eligen directamente a sus representantes. De esa manera los elegidos se deberán a los ciudadanos y no al lider absoluto y su dedo.
ResponderEliminarMientras tanto la podredumbre política aumenta de forma dramática para los ciudadanos que vemos las mismas caras y a determinadas personas perennes en sillones mullidos pagados por los impuestos de todos, por que parace que tienen el derecho a que el partido siempre les tiene que colocar.
Los ciudadanos tenemos derecho a cotar a nuestros representantes públicos y nos lo están hurtando.