Resulta interesante comprobar la evolución del pensamiento que juzga los hechos de un momento concreto y el cambio con el que se presentan en el siguiente sin capacidad de poder controlarlos. Somos optimistas por naturaleza, porque el optimismo es un mecanismo de autodefensa. Queremos progreso en nuestro modo de vida partiendo de lo que tenemos y sin deseos de perderlo. Entre el presente artículo y el siguiente podremos comprobar ese optimismo y desencanto que nos generan los políticos con sus actuaciones, con sus promesas y con sus ambiciones, desde la visión de la pluma de nuestro colaborador José-Tomás Cruz Varela, previas y posteriores a la sesión de investidura o de su simple pretensión. En esta primera entrega el lector apreciará un cierto agotamiento de la esperanza que nos recuerda a Cicerón en su primera catilinaria “Quosque tandem abutere, Catilina, patientia nostra? quam diu etiam furor iste tuus nos eludet? quem ad finem sese effrenata iactabit audacia?” (¿Hasta cuándo, Catilina, vas a abusar de nuestra paciencia? ¿Hasta cuándo se reirá de nosotros tu locura?¿Hasta dónde llegará tu audacia irrefrenable ?)
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
¿HASTA CUANDO PODREMOS SOPORTAR ESTA SITUACIÓN?
(De ni puño y tekla)
Esa es la pregunta que diariamente nos hacemos millones de españoles. ¿Hasta cuándo nuestros políticos pretenden mantener tan caótica situación? Según parece, Pedro Sánchez por fin se ha percatado que para gobernar en España hay que posicionarse en los aledaños del centro, ser más flexible, conciliador, decir menos idioteces y en paralelo controlar la ambición y soltar menos baladronadas mitinearas. Criterio y orientación con el que al parecer se ha elaborado el documento de las 66 páginas para lograr el acuerdo entre PSOE y Ciudadanos, cuyos contenidos básicos: unidad de España, igualdad de ciudadanos, corrupción, estabilidad presupuestaria, etc. Perfectamente habrían sido admitidos por el PP con ligeros retoques, pero que Rajoy, rotundamente equivocado y peor aconsejado, renunció al desafío.
Como era de esperar, tal forma de proceder, originó un gran enojo por parte de Pablo Iglesias y sus podemitas que rompieron todo tipo de negociaciones con el PSOE, y de paso, anunciar que votarán no a la investidura de Sánchez.
Con cierta e inoportuna vanidad, unido su peculiar aritmética electoral por parte de los firmantes del pacto, lo presentaron incluso como un acuerdo de investidura y legislatura, cuyo contenido se separa ideológica y drásticamente de Podemos y sus marcas blancas defensores de posiciones anti-sistema, de extrema izquierda, con un modelo de Estado de economía intervenida y una codicia desmedida que nunca han ocultado, reclamando para su formación en las conversaciones mantenidas con el PSOE, la vicepresidencia y las carteras ministeriales de mayor repercusión. Postura que "por el momento" ha alejado a Podemos de toda posibilidad de gobernar, con mayoritaria satisfacción de gran parte de españoles.
Es muy triste el reconocerlo, pero el intento de formar Gobierno, tras casi 70 días de inútiles debates, está generando tal crispación que ha superado a los insultos y reproches intercambiados en la pasada campaña electoral. Las cadenas de TV, con ciertas excepciones, están llenas de basura, plagadas de banalidades y rezumando ordinariez como tendencia general, para luego consolarnos con la ridícula frase de “es lo que vende”. Se nos dice que estamos en otra situación, en otro momento, que ya somos demócratas, pero lo ciertos es que los errores se repiten, los trincones siguen trincando y los avances no terminan de aparecer y por ende, asumirse.
Sobre el escenario montado con motivo de la firma del pacto entre Sánchez y Rivera, ambos elegantemente trajeados y encorbatados, rubricando e intercambiado sendas carpetas de piel oscuras, indujo a muchos españoles a pensar que poco menos ya teníamos nuevo Gobierno y presidente, cuando es notorio que ninguno de los dos partidos suman los diputados suficientes. No obstante y dado que disponemos de una abundante pléyade de ilustrados politólogos de barra, rápidamente vaticinaron que la susodicha puesta en escena obedecía a la creación de ambiente a favor de ambos partidos de cara a la repetición de elecciones a finales de junio.
Nuestro auténtico problema. O al menos uno de los más destacados, es que todavía no hemos sido capaces de asumir que el bipartidismo ha fenecido en España (por ahora), si bien no estaría demás el comenzar reconociendo que la iniciativa del PSOE-Ciudadanos es algo inédito, que aunque desconocemos en que desembocará, constituye un presunto paso adelante en unos momentos tan críticos como los que estamos padeciendo y a su vez intentando una necesaria regeneración, que nos permita acabar con tanto enfrentamiento, no remover más a los muertos y dejarlos que descansen para siempre. Pretender hacer política a golpe de descalificaciones como le gusta a Podemos es una equivocación, que nada tiene de progresismo ni reformismo y si de descarado revanchismo, motivado por el complejo de resentido que arrastra su líder Pablo Iglesias.
PSOE y Ciudadanos, modificando parte de sus principios y cediendo a la necesidad de los pactos, están tratando de demostrar que el sentarse a negociar, razonando y discutiendo se pueden lograr acuerdos. Hora es ya de erradicar tanto cainismo que solo engendra odios y rencores que a todos perjudican y tienden a retrotraer a nuestro país a épocas anteriores nada deseables. Tratemos de recuperarnos, sabemos hacerlo, pero si partidos y políticos continúan persiguiendo la ambición como principal cometido ¡¡aviados estamos!!
No obstante y a pesar de la glosada "buena voluntad" pactista exhibida por ambos formaciones, en el caso del PSOE y si líder Pedro Sánchez, cada vez son más las voces que identifican el parecido existente entre el incalificable Zapatero con el imprevisible caballero aspirante Sánchez y sus repentinos cambios con tal de trepar a la presidencia del Gobierno. En 24 horas es capaz de modificar criterio y decisiones si sospecha que las anteriores le pueden suponer el no alcanzar el poder. Su irreprimible desee de figurar puede significarle que, si no consigue en esta ocasión sus objetivos puede suponerle el tener que abandonar la política para siempre o bien a patadas propinadas por sus propios compañeros....¡¡Tiempo al tiempo!!
Atentamente.
José-Tomás Cruz Varela
Como esto no tiene solucion y no se ponen de acuerdo que haya elecciones otra vez y como va a ocurrir lo mismo pues mas elecciones hasta que se cansen de campañas electorales y de gastar dinero
ResponderEliminarSiiiiii, pero sin cobrar hasta que haya acuerdo.
ResponderEliminarRepito comentario ya que no ha sido publicado.
ResponderEliminarQue se repitan elecciones indefinidamente...pero que no cobren los políticos hasta q no se forme gobierno.