Una vez establecido que “la forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria” (Art.1, C.E.) con el Rey como Jefe del Estado que nombra al Presidente del Gobierno elegido por el Parlamento, los legisladores buscaron una fórmula que transformara en escaños los votos que representaban la voluntad popular. Pudieron optar, entre otros, por un:
• Sistema mayoritario uninominal a una vuelta (Modelo británico), con las siguientes características: el candidato más votado es quien gana, concentrándose el voto útil; se dota de mayor independencia al electo frente a la disciplina de partido y se favorece el bipartidismo, la alternancia y la mayoría absoluta, garantizando estabilidad política al sistema. El candidato elegido mantiene un fuerte contacto con sus lectores y se responsabiliza ante ellos. Es obvio que los partidos pequeños salen perjudicados.
• Sistema mayoritario plurinominal a una vuelta. (Modelo Senado Español). Se elige entre varios candidatos designados por los partidos. Se presentan y siempre salen varias opciones. Ganan los más votados. Cuenta más el partido que el candidato.
• Sistema mayoritario a dos vueltas. (Modelo francés). Si se obtiene mayoría absoluta en la primera vuelta, se hace innecesaria la segunda. Dicen que en la primera se vota “con el corazón” y en la segunda “con la razón”, formándose alianzas ideológicas ocasionales para lograr el poder. Los sistemas mayoritarios favorecen a los grandes partidos y se castiga a las terceras opciones, quedando fuera las minorías.
• Sistema de representación proporcional (Modelo Congreso Español). Se eligen varios candidatos por distrito. Favorece la fragmentación, reduciendo la disparidad entre el número de votos obtenidos y el número de escaños conseguidos. Cuanto más grande es el distrito, mayor el número de puestos a elegir y menor el porcentaje del umbral para acceder a la representación, más proporcional será el sistema electoral, teniendo más oportunidades los partidos pequeños. Para el reparto de los escaños se utilizan varios métodos, entre ellos el sistema D´Hont.
• Sistema de representación proporcional personalizada mixta (Modelo Alemán). Combina lo mejor del sistema mayoritario personalizado con el proporcional. Un porcentaje del Parlamento se elige por Mayoría en distrito uninominal (por mayoría relativa o segunda vuelta) y el resto mediante listas de Representación Proporcional para compensar su pérdida de votos en el primero.
En España, y para el Congreso de los Diputados se inclinaron por el Sistema de Representación Proporcional, pudiendo haber elegido otro diferente. Desde 1985 rige la LOREG (Ley Orgánica del Régimen Electoral General), modificada en 2011, que regula todos los aspectos relacionados con el proceso electoral.
En el sistema electoral español actual se dan las siguientes características:
• El Congreso está compuesto por 350 diputados provenientes de 50 circunscripciones provinciales más Ceuta y Melilla, variando su número en función de la población entre los 2 diputados de Soria y los 36 de Madrid.
• La Representación Proporcional se conforma con el sistema D´Hont.
• El umbral mínimo fijado es del 3%. Cualquier candidatura que no llegue a ese porcentaje de los votos válidos emitidos queda excluida.
• Este método “premia” a las candidaturas más votadas y “castiga” a las que menos votos consiguen, por lo que no es una proporcionalidad totalmente exacta.
De acuerdo con la normativa anterior se han celebrado en España las distintas Elecciones Generales, y aunque ha habido alguna propuesta de cambio de la Ley Electoral, la que más lejos ha llegado por la oportunidad del momento actual ha sido la que Ciudadanos presentó al Partido Popular con las “6 condiciones irrenunciables de regeneración y contra la corrupción para negociar un posible acuerdo de investidura” de Rajoy.
La tercera de ellas exige una “Nueva ley electoral que contenga como mínimo las listas desbloqueadas, que haya una mayor proporcionalidad, y que se acabe con el voto rogado para los electores desde el extranjero”. De las tres partes diferenciadas que la componen, analizaremos las dos primeras:
a) El “desbloqueo de las listas”. Ese cambio permitiría a los votantes alterar el orden de los candidatos impuestos por los comités electorales de los partidos; pero el problema seguiría siendo el mismo, ya que esos candidatos habrían sido escogidos previamente de entre los más dóciles, y a las "nomenklaturas" de los partidos lo mismo les da Pedro Juan que Juan Pedro, mientras sean obedientes al líder. Coincide con el método empleado para el Senado español, por lo que ni representa un paradigma de buen funcionamiento ni un cambio significativo.
b) La consecución de la “justa proporcionalidad” entre el número de votos obtenidos y el de escaños asignados. A Ciudadanos le favorece y pretende obtenerla. El ideal máximo sería que a un 30% de votos, por ejemplo, le correspondiera un 30% de diputados. A mayor desviación, mayor desproporción. El partido naranja quiere acabar con la “sobrerrepresentación” de alguna provincia y hacer que cada voto de cualquiera de ellas valga lo mismo. Por consiguiente, tendría que establecerse un tipo de circunscripción diferente que no especifica.
A la propuesta de Ciudadanos se le pueden realizar las siguientes observaciones:
a) El cambio del sistema actual implica modificar la LOREG que beneficia a los partidos más votados de cada circunscripción -provincia- perjudicando a los terceros o cuartos. Pero eso no pueden hacerlo ni del PP ni de C´s juntos, y necesitan la colaboración de PSOE a quien no le beneficia en nada. Es curioso que esta condición no se la impusiera C´s a PSOE a cambio de su apoyo en Andalucía.
b) La mayor proporción votos – escaños se da en una circunscripción única y sin umbral de acceso a la representación, lo que favorece el fraccionamiento y la inestabilidad, con la consiguiente ingobernabilidad.
b) La mayor proporción votos – escaños se da en una circunscripción única y sin umbral de acceso a la representación, lo que favorece el fraccionamiento y la inestabilidad, con la consiguiente ingobernabilidad.
c) Con la imposición de un umbral del 3%, o del 5% como en Alemania, en una circunscripción única, se evita la proliferación de pequeños partidos, lo que obliga a los partidos nacionalistas e independentistas a una reagrupación para evitar su desaparición.
d) Este cambio propuesto por Ciudadanos es contrario a la oferta que hizo en su tiempo el PP de que gobernara la lista más votada y en caso de no haber mayoría absoluta, establecer una segunda vuelta y una prima de gobernabilidad que diera estabilidad al gobierno resultante.
e) El artículo de ABC, “Reforma de la ley electoral. Una ley electoral con circunscripciones autonómicas mantendría la ingobernabilidad y el bloqueo político Unidos Podemos y Ciudadanos aumentarían sus diputados en detrimento de PP y PSOE, pero no desaparecería el problema para alcanzar una investidura” refleja que un cambio de distrito electoral provincial por autonómico no soluciona nada.
Según ese trabajo, el bloque PP-C´s perdería un diputado, sumando 168, mientras que el formado por PSOE- Podemos se quedaría en 158, ganando únicamente dos. Los demás partidos permanecerían prácticamente igual, al no variar el ámbito de su participación.
f) Si Ciudadanos busca la "mayor proporcionalidad votos-escaños" debería proponer un único distrito, sin ningún porcentaje mínimo que sirva de filtro y en el que se reparta el número de diputados proporcionalmente al número de votos obtenidos por cada partido. Su falta de concreción le resta coherencia y credibilidad.
Está muy bien que cada partido proponga lo que más le conviene. Pero, ¿No deberían ser los ciudadanos quienes opten por un sistema electoral u otro, y elijan el más beneficioso para ellos? A los ciudadanos se les ha tratado y se les sigue tratando como a menores sin criterio. Primero les impusieron un sistema y ahora cada partido quiere introducir el suyo, sin la más mínima participacipación del pueblo al que dicen servir, recordando aquel “Tout pour le peuple, rien par le peuple" ("Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”). ¡Qué poco hemos avanzado en tantos años!
Es un hecho cierto que desde las elecciones del 20-D y 26-J, la dispersión del voto ha favorecido la fragmentación en cuatro grupos parlamentarios principales y que algunos de sus mediocres líderes se han mostrado incapaces de conseguir acuerdos de gobierno entre ellos, por no renunciar a sus “principios éticos e ideológicos”. Dado que ellos quieren ser coherentes con sus promesas y nadie debe violentar sus decisiones, sería conveniente que proporcionasen, al menos, a los españoles un sistema que les permita elegir entre proporcionalidad o mayoría, entre incertidumbre de meses sin gobierno o seguridad de saber el mismo día del recuento quién regirá sus destinos durante los cuatro años siguientes... ¡No es demasiado pedir!
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