Hay días en los que el columnista de turno, y el periodista en general, cuando su fuente de la inspiración carece de caudal, en vez de analizar en profundidad los acontecimientos más o menos interesantes al público, prefiere observar el envoltorio sin llegar al contenido. El resultado, en esos casos, suele ser irrelevante, fruto de una ocasión perdida que no se le volverá a presentar.
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ENVIADIABLE FRONDOSIDAD CAPILAR DEL LÍDER PODEMITA
(De mi puño y tekla)
Resulta sorprendente en general y desacertado en particular que un periódico de la categoría y rigor como EL MUNDO, dedique una página completa, la siete de su separata de LOC, a los problemas que sufre la coleta del secretario general de Podemos, Pablo Iglesias.
Reconociendo la envidiable frondosidad capilar del agresivo político, habrán sido muy escasos los lectores dotados del valor y la paciencia de leer el artículo de marras titulado “Pablo Iglesias descuida su coleta”, con la excepción de sus fieles seguidores, y algo menos para los fans del defenestrado Errejón.
Con todo el respeto sobre las opiniones del peluquero Alberto Cerdán en torno la melena del líder podemita, cuyo contenido no cuestionamos, según parece no le está dedicando la debida atención, reconociendo que la tarea es engorrosa pero indispensable a criterio del citado profesional.
Obviamente, le mencionada coleta, cuando menos, exige las prestaciones que exponemos a continuación: recogida del pelo, mayor utilización de spray, más ahuecado, champú de aporte nutricional y suavidad pero no engominado, mascarillas para evitar el encrespado y serúm para proporcionarle el brillo adecuado. Por último, el recorte de un centímetro y medio para evitar la caída es indispensable.
A estas alturas, el efecto de la coleta del dirigente de Podemos resulta adecuada para unos e indiferente para otros. En cuanto a su desafortunado aliño indumentario para acudir a las sesiones parlamentarias, forman parte de su personalidad, que según dicen utiliza para incrementar su imagen de rebelde y resentido social, nada que ver con el casposo y hortera smoking y pajarita con que se adornó para asistir a la entrega de los premios Goya y que le sientan como a un cristo unas pistolas, si bien, dada su condición de ateo carece de importancia. Para la sesión fotográfica es un desastre. Carece de naturalidad, sonrisa forzada, se encuentra incómodo y no sabe cómo colocarse ni qué hacer con las manos.
Esperemos que según cuenta la leyenda, su última Dalila (Irene) no trate de mostrarse triste convenciendo a su Sansón (Pablo) para que le confiese el origen de su fuerza descomunal, que en este caso sería verbal. La anterior, Tania también lo intentó y ahora ocupa entrada de "gallinero" en el Parlamento. El resto, con derribo de columnas del templo incluido, lo conocemos todos....¡¡Tiempo al tiempo!!
Atentamente.
José-Tomás Cruz Varela
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