Pocos días después de las elecciones andaluzas, el novelista Julio Llamazares publicó en El País “El peor de los tiempos”, extraño artículo en el que presenta un contenido con manifiestas falsedades en un formato sugerente para decir lo que textualmente no dice porque no lo puede decir. Pero ahí queda, “et intelligenti, pauca”…
De su lectura se desprende que la emoción postelectoral ha vencido a la razón y que el prestigioso escritor ha compuesto un relato extemporáneo sobre un tema que levanta pasiones y contrapone intereses. Y es que un mal día lo tiene cualquiera cuando los prejuicios desfiguran la realidad y los calificativos afloran con alegría.
Desde el inicio del texto, el novelista pretende explicar lo sucedido en un distrito de la provincia de Almería con muestras de su desencanto:
“Quizá no tenga que ver, pero es un dato: El Ejido, el municipio almeriense en el que el partido ultraderechista Vox ha obtenido el mayor porcentaje de votos en las últimas elecciones andaluzas, es la mayor población española sin librerías. La última que quedaba cerró en 2015 por falta de rentabilidad, así que los 89.000 ejidenses censados, si quieren leer, tienen que comprar los libros en Amazon o desplazarse a Almería a buscarlos. Que tampoco es ciudad que nade en la abundancia de librerías precisamente.”
Es posible que el cierre de la librería Sintagma allá por 2015 le haya inducido a semejante disparate. No resulta difícil comprobar que aún quedan otras librerías en esa ciudad, y que existen bibliotecas públicas para aquellos interesados en leer…libros sin necesidad de comprarlos. Cualquier ejidense dispone de medios abundantes para la lectura.
Pero lo verdaderamente turbador es la relación de una “ciudad sin librerías” (El Ejido, según él) con el “municipio almeriense en el que el partido ultraderechista Vox ha obtenido el mayor porcentaje de votos”. Si no hubiera esa conexión, ¿por qué comenzar con la salvedad de que “Quizá no tenga que ver, pero es un dato”, y falso para más inri? ¿Por qué ofrecer ese “dato” que da como cierto, si no es para establecer el hilo conductor de que las librerías son fuente de cultura y su escasez o inexistencia lo son de lo contrario, e insinuar deducciones no explícitas?
El farragoso párrafo segundo es un contraejemplo del estilo “azoriniano”. El articulista se sirve de una larguísima oración gramatical para zaherir a los votantes de cierta candidatura y mediante una metáfora inapropiada cosificar a las personas: “Que el mar de plástico que se extiende por el poniente almeriense sea el principal granero de votos de la ultraderecha española…” Y, de paso, aprovecha la ocasión para reprender a los habitantes de esa población de no haber elevado su bajo nivel cultural en la misma proporción en la que lo ha hecho su economía.
Lo sorprendente del caso es que Llamazares habla de otros temas ajenos y no se molesta en analizar el porqué de ese supuesto analfabetismo que él asume como cierto sin preguntarse si guarda alguna relación con el fracasado modelo educativo andaluz, detectado por los sucesivos Informes PISA. ¿Tendrá en ello alguna responsabilidad el partido socialista, gobernante único en esa comunidad durante décadas?
El tercer apartado sólo destaca por la interminable segunda oración compuesta de digresiones varias y la vaga comparación que hace con “La repentina riqueza de los pobres de Kombach” de Volker Schlöndorff.
En la última parte del artículo insiste otra vez más en la “incultura ancestral” que la nueva riqueza agrícola no ha logrado eliminar y en la carencia total de librerías en El Ejido. Eso le confirma que “lo que está sucediendo en Europa desde hace tiempo tiene raíces culturales más que políticas o económicas.” Es una pena que el escritor sepa lo que está ocurriendo en Europa y no lo cuente ni aporte pistas para averiguarlo.
Julio Llamazares parte de una premisa falsa: la ausencia total de librerías en El Ejido. Continúa con una media verdad: que esa privación impide que la gente compre libros y adquiera cultura mediante su ellos. Y, de paso, envía un mensaje, principio del comentario: “en ese municipio almeriense sin ninguna librería, el partido ultraderechista Vox ha obtenido el mayor porcentaje de votos en las últimas elecciones andaluzas”.
La verdad de esta cuestión está al alcance de quien quiera averiguarla y hasta puede saber por internet que en El Ejido aún quedan librerías, y que El Corte Inglés de esa ciudad ofrece también, en su cuarta planta, una sección de libros muy bien surtida.
La presunta relación entre el voto inculto y el partido ultraderechista VOX carece de fundamentos razonados. ¿Acaso los actuales votantes de ese partido político son ahora incultos y no lo eran cuando votaban a otros partidos?
Curiosamente, tres días después del artículo de Llamazares, El País, publicó el trabajo titulado “Quién votó por Vox en Andalucía. Analizamos el perfil de sus votantes con los datos de la encuesta postelectoral de 40dB”. En el apartado “Votantes de VOX por estudios” concluía:
“El perfil de estudios es también bastante plano. Vox tiene menos votantes entre las personas que solo tienen estudios de primaria o inferiores, y está ligeramente sobrerrepresentado entre los que tienen estudios superiores. Pero estas diferencias no son necesariamente significativas.”
Es de suponer que el grado de estudios de los votantes determine en alguna medida su nivel cultural, y se haya notado también en El Ejido. Consecuentemente, es un error de bulto el adjudicar un cierto tipo de votos, “sin datos” suficientes, por simpatía o lo contrario.
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