Afortunada y paulatinamente, a efectos del comercio en general y con gran esfuerzo por parte de los empresarios, tras siete largos años, la palabra “crisis”, prácticamente ha ido superándose con dispares resultados en función de las estrategias aplicadas. Los verdaderos emprendedores conocen a la perfección que quejándose y protestando, nada se consigue y los resultados son nulos.
Centrándonos concretamente en el pequeño comercio y autónomos, generadores de millones de puestos de trabajo en nuestro país, la gran mayoría de consumidores son conscientes y acuden a los establecimientos no solo en función de la calidad de sus productos, que obviamente tiene su importancia, sino también por efecto de la atención y servicio recibidos.
No es pretensión de este artículo el realizar juegos semánticos ni tampoco un panegírico en torno a la eficacia y bondades de los trabajadores de comercio, pero sí el reconocer la profesionalidad de una gran mayoría, con la excepción de algunos desafortunados casos en los que ciertos vendedores, desempeñado funciones de cara al público, lo único que logran es que el cliente en cuestión elimine de su memoria el establecimiento en cuestión.
(Derecha, fotografía actual de José - Tomás Cruz Varela, autor de muchos y meritorios artículos publicados en este blog y en innumerables periódicos de Espoaña)
A modo de ejemplo, en el conocido y simpático barrio del “El Palo” (Málaga). Existe una pequeña heladería, “La Martina”, cuyo equipo está formado por cuatro personas, dos de ellos, Marta y José-María, dueños y excelentes artesanos, complementado por dos empleadas, Rafi y Sandra, a cual más amable y eficaz y no solo por la exquisita calidad de sus productos: helados de 24 sabores distintos en vitrina que se van rotando, gofres, granizados, zumos, leche merengada, horchata, etc.
Todo el secreto de la citada heladería, o gran parte de la misma, es debido a continuar aplicando con toda naturalidad el clásico método de “Las tres SSS” (Saludo, servicio y simpatía). En su establecimiento no existen espacios para el gran lujo, pero en cambio se respira un ambiente de confianza y cordialidad que, en definitiva y como clientes, es nuestra aspiración. Los consumidores, no nos engañemos, lo que perseguimos es este perfil de trabajadores, los que con independencia de su retribución, no muy adecuada en ocasiones, su cuantía a tenor de su rendimiento, son los que con su integración proporcionan satisfacción a lo clientes y, por ende, incrementan los beneficios de la empresa.
Como final, permítaseme como sugerencia el que al margen del sueldo mensual fijo, los trabajadores puedan percibir un “plus” a tenor de sus cifran de venta, número de operaciones, cuantía de las mismas, etc... que les permita acceder a una cantidad extra a tenor de sus propios rendimientos. Dicho incentivo, para que surta efecto y beneficio para ambas partes deberá respetar como primera condición el que sea una cantidad lógica, alcanzable y revisable, tal como ya existe en muchas empresas.….¡¡Inténtelo!!
José Tomás Cruz Varela
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