4 de noviembre de 2019

El discurso de Nicolás Sarkozy que hizo historia (6 de 6): Ciudadanía de deberes.

Con la entrada de hoy se cierra la serie  de capítulos que ha tratado de mantener vivo el discurso de Nicolás Sarkozy en Bercy, y que analiza el frágil equilibrio entre los derechos y los deberes, y su posibilidad de quiebra cuando se abusa de los primeros olvidando los segundos.
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Ciudadanía de deberes. 

"Al poner sistemáticamente los derechos por encima de los deberes, los herederos de Mayo del 68 han debilitado la idea de ciudadanía. Al denigrar la ley, el Estado y la nación, los herederos de Mayo del 68 han favorecido el crecimiento del individualismo. Han incitado a cada cual a no pensar más que en sí mismo y a no sentirse concernido por los problemas del prójimo. Yo creo en la libertad individual, pero quiero compensar el individualismo con el civismo, con una ciudadanía hecha de derechos pero también de deberes. Quiero derechos nuevos, derechos reales y no virtuales. Quiero un derecho real a un techo, al alojamiento. Un derecho real al cuidado de los hijos, a la escolarización de niños con minusvalías, a la dependencia para los mayores. Quiero el derecho a un contrato de formación para los jóvenes de más de 18 años, y a la formación a lo lago de toda la vida. Quiero el derecho a la caución pública para aquellos que no tienen padres, para los que no tienen relaciones, para los enfermos a los que no se les quiere prestar porque se considera que representan un riesgo demasiado elevado. Quiero el derecho a un contrato de transición profesional para los que están en paro. 

Pero quiero que estos derechos estén equilibrados con los deberes. La ideología de Mayo del 68 habrá muerto cuando la sociedad se atreva a recordar a cada cual sus deberes, cuando en la política francesa se ose proclamar que, en la República, los deberes son la contrapartida de los derechos. Ese día al fin se habrá realizado la gran reforma moral e intelectual que Francia necesita una vez más. Entonces podremos reconstruir sobre cimientos renovados esa República fraternal que es el sueño siempre inacabado, nunca realizado de Francia desde el primer día en que tuvo conciencia de su existencia como nación. Porque Francia no es una raza, no es una etnia, ni sólo un territorio; Francia es un ideal incansablemente perseguido por un gran pueblo que, desde su primer día, cree en la fuerza de las ideas, en su capacidad para transformar el mundo y hacer la felicidad de la humanidad. 

Quiero decírselo a los franceses: el pleno empleo, el crecimiento, el aumento del poder adquisitivo, la revalorización del trabajo, la moralización del capitalismo, todo eso es necesario y es posible. Pero eso no son más que medios que deben ser puestos al servicio de una cierta idea del hombre, de un ideal de sociedad donde cada cual pueda encontrar su lugar, donde la dignidad de todos y cada uno sea reconocida y respetada."  

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Durante esta semana electoral seguramente oigamos hablar más de los derechos que nos asisten que de los deberes por cumplir para hacernos merecedeores de los primeros. Son las fechas propicias  para la demagogia, pero contamos con los instrumentos precisos  para descubrir a sus portavoces, aquellos que hablan y regalan derechos sin mencionar deberes.

Esperemos que los españoles nos se fíen de los cantos de sirena de quienes les prometen la llegada al  paraíso sin señalar el camino y ¡Ojalá  que el deseo del último párrafo pueda cumplirse también en España!

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