Analiza José-Tomás Cruz Varela el último viaje que Pedro Sánchez ha realizado por U.S.A y cuyos resultados, de momento, no pueden calificarse de exitosos en el aspecto político y económico. Sin embargo, sabedor de que las televisones, bien utilizadas, proyectan mejor su imagen en media hora que una tesis doctoral, a ellas acudió para mostrar sus cualidades y virtudes. No cabe duda de que lo logró: todos reconocieron lo alto y guapo que es. De haber sido una mujer, el feminismo hubiera hablado de "cosificación y menosprecio de la inteligencia", pero en este caso le compararon con "Supermán".
La oposición le criticó que no fuera recibido por el Presidente de la nación visitada, sin tener en cuenta que todos los problemas del mundo mundial fueron debidamente tratados en la conversación mantenida de tú a tú entre Sánchez y Biden durante su paseo-desfile por las estancias de la OTAN, e incidir en los mismos temas hubiera sido una pérdida de tiempo para tan altos dignatarios. Tenía muy claro que su objetivo era lograr que los grandes empresarios invirtieran en España, y convertirla incluso en el Hollywood de Europa. El tiempo certificará su buen hacer, sin duda.
(De mi puño y tekla)
Así se conciben ciertos fenómenos paranormales registrados en España durante los últimos años, tal como una tesis descaradamente plagiada que justifique un doctorado "cum laude". O que su esposa sin una licenciatura pudiera "codirigir una cátedra extraordonaria en la Universidad Complutense de Madrid sobre la Transformación Social Competitiva". A Sánchez, como dicen los americanos, le faltó añadir que cumple todo lo contrario de lo que promete.
Nuestro limitado presidente no logró salir de la burbuja USA siendo recibido personalmente por Biden. Su desplazamiento terminó sin impacto local y con difusos compromisos económicos.
Lo cierto es que EE.UU. nunca resultó ser tierra prometida para Pedro Sánchez. La primera vez que acudió a dar una charla a los alumnos de la Universidad de George Mason en enero de 2015 hizo el ridículo, y en el presente viaje no parece que se haya centrado más.
Al término del mismo, los beneficios políticos han sido nulos, al igual que su oratoria, simple y pobre. Solo le hubiera faltado comentar que no se reunió con Joe Biden porque no lo había solicitado, y así culminar una supina estupidez. Su falta de reuniones con mandatarios políticos la ha justificado diciendo que acudía para hablar de negocios, y lo cierto es que no ha conseguido arrancar ni un solo compromiso firme de inversión. De ahí que su vicepresidenta segunda comentase que nuestra prioridad son los parados, no los fondos de inversión.
Cierto es que para hacer el ridículo, Sánchez va sobrado. ¿No habrá habido nadie entre los suyos que le advirtiese de que en USA no se ve con buenos ojos que un gobernante mindundi viaje a ese país para ajustar cuentas con su oposición?
Curioso resultado el aprovechar un viaje a California para reivindicar un compromiso que no asume con Cataluña para que todos los niños que lo deseen, puedan educarse en su lengua materna.
Alguien, cuyo nombre no procede citar, afirma que Sánchez se aprovecha de sus ridículas e insulsas intervenciones, y así, es imposible valorar su capacidad y talante político, prácticamente anodino, inocuo e intrascendente.
La erosión política de nuestro Jefe del Ejecutivo es de tal envergadura que resulta ser el líder menos valorado, solo por delante del polémico primer ministro de Polonia, entre los mandatarios de los países estudiados. Y eso es así porque los españoles le suspenden con un 4,26, una nota inferior a la que otorgan a todos sus homólogos. Destaca, por otra parte, el 7,4 que recibe la canciller Angela Merkel, quien sería la favorita para estar al frente del Gobierno español. Nada que ver con la realidad que disfrutamos o padecemos.