Hemos dejado atrás las elecciones autonómicas de Castilla y León y tras unos resultados decepcionantes para ciertos partidos (C´s, U. PODEMOS, PSOE y PP en menor medida a pesar de ser el ganador) toca ahora gestionar un futuro incierto y poco deseado, como bien apunta en su artículo de hoy José Tomás Cruz Varela. Si en la noche del recuento ya lo tenían complicado en las sedes del PP, el actual y bochornoso espectáculo que están ofreciendo aún puede empeorarlo.
El Sr. Mañueco intentará hacer el mejor cesto con los mimbres que le han dado las elecciones, y realmente tiene pocas opciones: o con VOX o una repetición que pocos desean.
No está claro quién saldría ganando con la primera alternativa, ya que el PP se expone a ser criticado por sus adversarios de gobernar con la que la izquierda y la ultraizquierda en el actual gobierno de la nación llaman ultraderecha, y eso le araña su fina piel. Por otra parte, VOX tendría que dejar aparcadas algunas de sus ideales ofertas si entra en un gobierno de contractual compromiso.
Lo único cierto es que nadie garantiza ni el éxito ni el fracaso en tan novedoso experimento, y que será el tiempo y los hechos quienes aporten más luz y claridad… o tampoco.
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COMPLEJA GESTIÓN DE EXPECTATIVAS
(De mi puño y tekla)
Al parecer, los sondeos más fiables, entre los que no está el del CIS desde que lo maneja Tezanos, atinaron en sus pronósticos, mientras que Casado erró en los suyos. La victoria ajustada del PP parece inclinarlo hacia un Vox crecido para retener el poder en su feudo tradicional, con lo cual abre una negociación muy compleja para Mañueco si decide emprender ese camino. Abascal avisó en la noche electoral de que a su candidato se le estaba poniendo "la cara de vicepresidente".
Como comenté, la mayoría absoluta jamás estuvo a mano. Ni las preocupaciones de los castellanos leoneses, la despoblación entre ellas como se ha visto con la poderosa irrupción de las plataformas de la España vacía, coinciden con las de los madrileños. La fragmentación ideológica y territorial, con efecto cada vez más peligroso para la gobernabilidad, se ha impuesto sobre la apelación del PP a la estabilidad, si bien el mal mayor se ha logrado conjugar y los populares seguirán gobernando Castilla y León cuatro años más.
Pablo Casado debe ahora tomar una decisión. Su posición es muy delicada. Estas elecciones no han servido para el propósito con que fueron concebidas por la cúpula de Génova: reforzar el liderazgo del presidente del PP y suavizar el camino hacia la Moncloa con una victoria fácil, en la tierra de la que Casado es originario a modo de salida para detonar el cambio de ciclo en la política nacional. Tampoco han servido estos comicios para opacar la estrella ascendente de Ayuso, otro objetivo más pero no por ello menos deseado en la dirección del partido.
Por la fuerza de los votos se ve abocado Casado a revisar su estrategia y calcular correctamente el tratamiento a dispensar a Vox. Los de Abascal reclamarán a buen seguro la misma estrategia de poder en la Junta que obtuvo Cs en su día, pero no se hace la misma política con unos socios que con otros, razón por la que en Génova valoren explorar una vía alternativa con las fuerzas provinciales.
Tampoco Pedro Sánchez, que también se involucró en la recta final, sale bien parado del 13-F, a pesar de la ayuda tramposa del CIS y de los fondos europeos blandidos oportunamente.
Es innegable que la derecha seguirá creciendo en todo el país y que el desgaste acumulado por el caótico y sectario Gobierno de Sánchez encuentre una contestación cada vez más obvia en la calle. Dicho sanchismo, guste más o menos, no da la talla como se ha venido demostrando. Todo queda en pura propaganda barata financiada por su pléyade de inútiles asesores muy bien financiados, pero que al final resultan inútiles...
El ciclo electoral actual en Castilla y León sumergirá en adelante la política española con las consiguientes consecuencias, y eso no conviene a los ciudadanos del país.
La inflación no consentirá el descarado incremento de precios de los combustibles, ni la factura de la luz. El ridículo triunfalismo de Nadia Calviño negándose a reconocer que la pandemia española exhibe el peor comportamiento económico entre los países de nuestro entorno. Ante tal situación, los políticos liberales de Madrid se han erigido en el contrapunto más exitoso a la deriva radical del sanchismo.
A la sombra de su mediocres, Pablo Casado, cuanto antes, debe asumir un serio cambio de comportamiento si no pretende continuar fragilizando su liderazgo. Todo lo demás, como diría cierto político español, serían...etc... etc…etc..
Atentamente.
José-Tomás Cruz Varela
Ex Director de RR.HH. Málaga.
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