Habla Julio Caro Baroja en su artículo “El ballet del inquisidor y la bruja” de los efectos perniciosos del “bulo” que se verán agravados cuando “la gente de autoridad le dé crédito y se planteen situaciones como la que se dio en Milán el verano de 1630, cuando la peste famosa. Manzoni en “I Promessi Sposi” dio una descripción dramática de la situación que, en general, parece que está de acuerdo con lo que los eruditos italianos han averiguado sobre el asunto.” Y añade que “La peste va unida a muertes y traiciones sin castigo… pero sobre todo a ungüentos envenenados y polvos de la misma calidad que en pocas horas hacen morir a las personas…, Hay, sin duda, una conjura y a ella pertenecen los “untori” que renegaban de Dios, se convertían en bestias y entraban donde no pueden entrar los hombres ...”
Cree Caro Baroja que “Si en la historia hay un “bulo” que haya producido errores famosos es este que produjo la peste de Milán en momentos de tensiones políticas gravísimas”.
Por “bulo” entendemos la falsa noticia inventada por alguien y propalada por él y otros para inducir a toda una colectividad a creerla como cierta y real. Se diferencia del fraude porque no conlleva intereses lucrativos. A pesar de no obtener con ella un enriquecimiento ilícito, puede alcanzar resultados destructivos en un grupo o sociedad, dependiendo su gravedad del grado de manipulación al que se llegue.
Pasaron doscientos años desde aquel “Bulo de Milán” contado por Caro Baroja para que otro semejante se diera en España. Y otros cien años más pasaron para que dos “bulos” discurrieran casi al mismo tiempo, uno en Alemania y el otro en nuestra patria. Volvió la triste historia setenta años más tarde, y aunque ese “bulo” no provocó las muertes de los anteriores, sí aprovechó las de un acto terrorista previo sin precedentes en Europa.
Serán estos cuatro “bulos” que determinaron, en unos casos más que en otros, importantes cambios sociales los que se analizarán en capítulos posteriores.
Fernando VII murió en 1833, después de restablecer la “Pragmática Sanción” obra de su padre el Rey Carlos IV, y eso se tradujo en una fuerte de discordias entre absolutistas y liberales. Le sucedió en el trono su hija Isabel II con sólo tres años, aunque bajo la regencia de su madre la Reina María Cristina. Cea Bermúdez abandonó el gobierno ante la imposibilidad de acercar las muy encontradas posturas entre los partidos. Martínez de la Rosa ocupó su puesto y quiso solucionar el problema con su “Estatuto Real”, pero no logró convencer a los contendientes por no estar claros los contenidos de la “Tabla de Derechos” ni el concepto de “Soberanía Nacional”.
Para resolver la situación, cada vez más enconada, se convocaron elecciones para mediados de julio de 1834. En esas fechas, los liberales radicales o exaltados se adueñaron de las calles provocando episodios de violencia, entre los que destacó el asesinato de más de cien religiosos como consecuencia de un terrible “bulo” …
Durante el verano de 1834 se produjo en Madrid una terrible pandemia, producida por el cólera, que causó más de 4.500 muertes en una población que contaba por aquel entonces con poco más de 200.000 habitantes.
Parece ser que los primeros casos se dieron en Vigo en 1833, y que la peste fue traída por militares participantes en la Guerra de Sucesión portuguesa. Pasado el invierno, la pandemia llegó a Madrid, y, agravada por los calores y las malas condiciones de salubridad de las clases más desfavorecidas de aquella sociedad, hizo que se cebara con ellos, y de ellos salió el mayor número de muertes.
La pobreza, la indigencia, la ignorancia y el anticlericalismo creó el caldo de cultivo idóneo para que se extendiera un desgraciado “bulo” intencionado y se produjera el luctuoso y trágico suceso conocido como “La matanza de frailes de 1834”.
Benito Pérez Galdós publicó el relato titulado “Un faccioso más y algunos frailes menos” y con él se refería al alzamiento carlista y al asesinato de frailes.
Cuentan las crónicas que sucedió el 15 de julio de 1834, entrado ya el verano y cuando más muertes el cólera ocasionaba. Y dicen también que unas gentes mandadas por expertos dirigentes corrieron “el bulo” de que los frailes habían envenenado las fuentes públicas. Parece ser que todo empezó con el linchamiento de un mozuelo en la Puerta del Sol de Madrid, cuando le vieron por la fuente Caños de la Mariblanca acercarse a los cántaros de los aguadores y pensaron que quería envenenarlos. Y allí mismo tuvo su desgraciado final.
Y viendo correr a otro muchacho que buscaba refugio en la residencia de los jesuitas de la “Red de San Luis”, la plebe dedujo indignada que había confabulación entre aquellos mozos e implicaron a todos los frailes en el supuesto caso del envenenamiento, a unos los mataron y a otros los hirieron. Quemaron iglesias y conventos e hicieron tétricas hogueras en la noche aquella…
La verdad es que estos hechos no provocaron demasiada reacción en los políticos, pensadores y escritores de entonces, y tampoco se exigieron responsabilidades. Pareció más bien un ejercicio de manipulación dirigido por ocultos intereses. Así lo entiende Ricardo de la Cierva cuando afirma que Martínez de la Rosa confesó en su lecho de muerte que esa quema de conventos y matanza de frailes de 1834 fue obra de la masonería…
Si el lector desea mayor información sobre los sucesos de 1834, es recomendable la lectura del artículo escrito por uno de los testigos, y recogido por el Diario de León. El autor cuenta con sencillez y dramatismo sus vivencias y corrige a los historiadores en algunas de sus apreciaciones. Conviene estudiar la génesis y expansión de semejante bulo, porque no fue el primero ni, por desgracia, sería el último de nuestra Historia…
“Testimonio inédito de los sucesos de Madrid de 1834” publicado por el Diario de León.
Nota:
1.- “La Matanza de Frailes de 1834 en Madrid”
https://madridafondo.blogspot.com/2013/01/la-matanza-de-frailes-de-1834-en-madrid.html
2.- “Testimonio inédito de los sucesos de Madrid de 1834” publicado por el Diario de León.
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